Archivo mensual: agosto 2012

De bajón

Estoy de bajón. Todo empezó, curiosamente, con una buena noticia: por fin iba a conseguir el nuevo DNI.

Debería haberme alegrado mucho, y me alegré, sin duda, pero me quedaba un regusto amargo. ¿Cómo se lo iba a decir a mis padres? Ese regusto amargo fue subiendo poco a poco, hasta convertirse en un auténtico sabor a miedo. Cuando has pasado miedo, pero miedo de verdad, y una angustia que te llena hasta alcanzar cada fibra de tu ser hasta paralizarte de modo que si puedes moverte es sólo a base de vencer esa angustia en cada momento del día… ya nunca vuelves a quedarte igual. Al menos yo no me he quedado igual. Quizá otras personas más fuertes sí puedan recuperarse, pero en lo que a mí respecta… el tiempo lo cura todo, pero no lo deja como nuevo.

Ese tiempo de miedo fue cuando les dije a mis padres que era transexual, y me echaron de casa, y estuve muchos meses preguntándome cómo iba a sobrevivir, o si iba a sobrevivir. Las cosas con mis padres han mejorado desde entonces, pero no lo suficiente como para que cada vez que tengo que decirles algo importante relacionado con el tema de la transexualidad no me quede paralizado. Ya me pasó cuando entré en la lista de espera para las cirugías… me costó muchísimo decírselo a mi madre, lo pasé fatal, con mucha angustia, pero al final se lo dije, y ella no hizo ningún escándalo, ni me echó de casa otra vez, ni nada. Simplemente trató de persuadirme debilmente, adelantándome lo mucho que me iba a doler el postoperatorio y diciéndome «si estás bien así…» Lo cual, si bien indica que no ha entendido nada de nada, y todavía está esperando que su hija vuelva, o algo así.

Me ha vuelto a pasar lo mismo con esto del DNI. Me he quedado paralizado de miedo… pero con una diferencia: cuando uno está hospitalizado, no puede valerse por si mismo, y necesita la ayuda de otros. Me preocupaba pensar que me vería solo en el hospital, y también cuando me diesen el alta. También me deprimía un poco pensar en pasar varios días convaleciente y sin visitas, la verdad. Además, lo de la operación, me afectaba sólo a mí. En cambio, lo del DNI, por una parte, no requiere de la participación de ellos… en casi nada. Por otra parte, les afecta en la medida de que sería necesario cambiar el nombre en las cosas que tenemos conjuntas.

Hace unas semanas mi abuela me contó que había intentado hablar con mis padres para ayudar a que me trataran mejor. Mi padre se enfadó muchísimo y dijo que él había firmado «Elena» delante del juez. Los actos solemnes ante la ley, tienen siempre un cierto halo místico, de configuración de la realidad, similar al de los actos religiosos. ¿Como se va a tomar mi padre el saber que he cancelado su acto y lo he substituido por uno mío? ¿Se lo tomará como una derrota? Recuerdo que cuando les dije que era transexual, mi padre me preguntó que era para mí un un hombre, y yo le dije que los hombres eran como él. Él tuvo un arrebato, se puso colorado de ira, y dijo que yo no era como él, y que no iba a serlo nunca. ¿Y si al decirle que he cambiado el DNI se lo toma como que intento ponerme por encima de él, y para demostrarme que yo no soy más que una simple mujer que no puede vivir sin la ayuda de un hombre, me vuelve a echar de casa? Es que no se trata de la posibilidad remota de que a unos padres se les ocurra echar a un hijo de casa, sino de la posibilidad de que se repita algo que ya ha ocurrido.

Seamos sinceros: mi madre me pidió que me fuese de casa… pero también yo me fui. Seguramente si no me hubiese ido, no habrían cambiado la cerradura para impedirme entrar, no me habrían puesto las maletas en la puerta, o me habrían echado violentamente. Seguramente, si no me hubiese ido, me podría haber quedado.

Pero también está la otra cara: antes de ese momento en que les dije que era transexual, yo ya llevaba una larga historia de discusiones violentas (no con violencia física, pero el dolor emocional también duele) con mi padre, y no me veía capaz de soportar ni una más. Mis padres me han ayudado siempre, pero también me han cobrado la ayuda… a un precio muy alto. En aquelo momento no me veía capaz de aguantar una sola discusión más. Y hasta ahora no la he tenido. Pero sigo reconociéndome incapaz de afrontar una sola discusión más. Ya lo he dicho muchas veces: no soy fuerte. Intento llegar a serlo, porque he aprendido que la debilidad es machacada sin piedad, pero todavía no lo he conseguido. Ni siquiera se me da bien intentarlo.

¿Y entonces? He decidido no decírselo y cruzar los dedos para que el no cambiar de nombre las cosas que debería cambiar no me perjudique en nada. Sí, debería decírselo, y un día u otro se lo tendré que decir (ellos son jóvenes, y yo también lo soy, tenemos muchas décadas por delante), pero de momento… no hay huevos. Para qué me voy a engañar. Todos los pensamientos y repensamientos no son más que excusas causadas por el simple hecho de que me falta valor para enfrentarme a mis padres sin saber qué reacción van a tener. También me falta inteligencia para pensar una forma de tantearlos sin que se enteren.

Eso también me deprime, porque mis padres son importantes para mí. Partiendo de eso, ya han venido las demás cosas: no tengo dinero, y cada vez menos. La crisis no tiene pinta de ir a amainar, por lo que conseguir mejorar mi situación económica no parece muy factible a corto plazo. Si mi situación económica es mala, sigo teniendo motivos para temer la reacción de mis padres. Tampoco puedo salir de Motril, ver a otra gente, despejarme… y aquí sigo sin conocer a nadie. Me siento solo. Eso me lleva a preguntarme qué cosa debo tener tan terrible para que nadie me quiera (me refiero a quererme como pareja… claro que es evidente que un estado de ánimo como este es bastante poco atractivo. Así no voy a ir a ninguna parte.) Últimamente me siento desbordado de trabajo, y también de gente con muchas dudas y muchos problemas, que me los cuenta y, claro, me preocupa (Vir, por si lo estás pensando, esto no va para nada por ti . En tu caso, sería al contrario ¡Demasiado me aguantas!), porque me duele ver mal a la gente, si están pasando por cosas que yo he pasado antes y sé que puedo ayudarles a llevar mejor, o, pero aún, si son mis amigos y están pasando por algo en lo que no les sirvo de ayuda en absoluto (a veces creo que hasta les molesto 😦 ). Y sí, mucha gente se acordó de mi en mi cumpleaños, y me han llamado para felicitarme, y un amigo me hizo una tarta que, por cierto, estaba muy buena, pero me pasé la noche solo en casa (y, para hacerlo más deprimente aun, era sábado), como la he pasado en muchos otros cumpleaños antes que este.   Si tuviese dinero, en lugar de quedarme esperando a que mis amigos viniesen aquí (para qué iban a venir aquí, claro, no es que haya nada importante. En dos años sólo he recibido dos visitas…) podría ir yo a verlos. También estaría menos preocupado por el tema del trabajo, y por la reacción de mis padres, y entonces me importaría menos que nadie me quiera, porque tendría menos necesidad de un abrazo, o de achucharme con alguien en el sofá, que es lo que realmente me está haciendo falta ahora. Y vuelta a empezar.

También tengo que decir que hoy me he levantado más animado (porque ayer me tocaba la inyección de testosterona, y eso es como inyectarse optimismo en solución oleosa intramuscular), y ya voy saliendo de la mala racha… A ver si llega ya el otoño, que es mi época favorita del año, y las cosas (todas las cosas) se empiezan a mover. Que llueva un poco, que empiecen las jornadas de cosas, las conferencias, y yo tenga la excusa o la oportunidad de viajar un poquito…

 

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¡Ya tengo el nuevo DNI! (A falta de una letra)

Justo al día siguiente de escribir una entrada comentando que ya estaba la partida de nacimiento, me llegó la partida de nacimiento a casa (¡que rápido!). Mi partida de nacimiento nueva, con mi nombre nuevo, y mi sexo legal nuevo… pero con solera, como si cuando nací la hubiesen hecho así. Ha costado, pero por fin está hecha y en mis manos.

Inmediatamente, fui a llamar por teléfono a los de Ryanair. Los muy **** te hacen llamar a un número de Reino Unido, a 0,10 libras el minuto, para que te atienda una española que vete a saber si no está en Madrid. Yo creo que lo hacen para disuadirte de que no molestes mucho, y, de paso, para que pienses “menudos hijos de la Gran Bretaña”, cuando en realidad, son irlandeses.

Total, que llamo, y después de 8 minutos esperando y viendo como subía el contador del precio del locutorio (fui a un locutorio para no llevarme sorpresas con la factura) por fin me atendió una chica. Le expliqué dos veces el problema: “he hecho un cambio de nombre y rectificación registral de sexo, amparándome en la Ley 3/2007 y quería saber si es posible cambiar el nombre del billete de avión” “¿cómo?” “que he hecho un cambio de…” etc. A la segunda ya había tomado nota de todas las palabras raras que le había dicho, y me puso en espera para consultar el caso. Cuando volvió me dijo que sí, que se podía hacer y que sólo me cobrarían 10€. Según la Ley, no deben cobrarme nada (disposición adicional segunda, para quien lo quiera mirar), así que cuando llegue el momento reclamaré la devolución. Sin embargo, una cosa es arriesgarse a que no te devuelvan 10€ aunque reclames, y otra cosa es arriesgarse a que no te devuelvan 100€, que es lo que cobran por hacer el cambio de nombre “normal”. La chica me explicó que lo hacían porque, de lo contrario, no iba a poder pasar por el control de la policía, cosa que yo sospechaba que podría pasar, efectivamente.

El segundo paso: pedir cita para hacerme el DNI. Lo que pasa es que durante el mes de agosto, no se dan citas para hacer el DNI. Así que pedí una cita para hacerme el pasaporte, que también vale como identificación. El problema es que para hacerte el pasaporte, tienes que tener primero el DNI, así que no veía muy claro como se podría arreglar este asunto. Al final, cuando llegué a la comisaría, les expliqué cual era el problema (otras dos veces, pero es normal, ya que seguramente va a ser la primera y última vez que de la puñetera casualidad de que alguien cambia de nombre y sexo lega durante el mes de agosto, teniendo que viajar en avión a primeros de septiembre) y en seguida me cogieron los datos para hacerme el DNI. A esto ayudó, por supuesto, que yo lo llevaba todo preparado.

Para hacerte el DNI nuevo necesitarás:

1)      El DNI viejo.

2)      Una foto de carnet.

3)      Una partida de nacimiento literal, expedida específicamente para obtener el DNI. Esta partida se diferencia de las normales en que viene firmada y sellada para demostrar su autenticidad.

Una vez entregado todo, en la comisaría envían la partida de nacimiento a Madrid, para que verifiquen que es auténtica (supongo que tendrán un archivo de firmas), y al cabo de un par de días, ya puedes ir a hacerte el DNI. La policía se queda con la partida de nacimiento que les das, así que es conveniente que cuando pidáis la partida de nacimiento, pidáis dos copias, y así no os pasa como a mí, que me he quedado sin nada (tampoco es que tenga mucha importancia).

Al cabo de los dos días (14 de agosto) llamé por teléfono y me dijeron que ya estaba, así que fui corriendo a la comisaría y me hicieron el carnet. Lo malo es que alguien metió la pata, y en vez de cambiar el nombre y el sexo, cambiaron solo el nombre. Lo peor es que, encima, al parecer la gente de la comisaría de aquí lo había notado y había avisado cuando hicieron la verificación de la partida de nacimiento, pero… quien fuera olvidó cambiarlo/pasó de cambiarlo/ es un inútil integral. Lo que pasa es que una vez que ya estaba iniciado el proceso de hacer el carnet de identidad, había que terminarlo, así que lo acabaron, y ya tengo, por fin, mi carnet a nombre de Pablo. ¡¡¡Viva!!! ¡¡¡Se acabaron los problemas para recoger el correo, examinarme en la universidad, ir al médico, etc…!!!

Bueno… casi se acabaron, porque me dijeron que volviese en un par de días, para arreglar el tema del sexo y hacerme otro carnet de identidad (leñes, con lo poco que practico el sexo, y cuantos problemas me da. Si lo hiciera mucho, no sé qué iba a ser de mí…). Hoy he ido, y la comisaría estaba a reventar de gente que había ido a hacerse el DNI sin cita. Yo que tenía miedo de que no me fuesen a atender… No sólo eso, es que, además, han empezado a pelearse entre ellos, y al final me han dicho que casi mejor volviese otro día, porque me iban a dar las uvas (traducido “no te podemos colar”. La otra vez, sabiendo que mi tema era de urgencia, y que empiezo a trabajar a las 10, y como, además, mi trámite es más rápido que los otros, me colaron en un hueco y no tuve que esperar, pero en esta ocasión estaba claro que si por casualidad me colaban, ahí se iba a armar la marimorena). También es verdad que yo he llegado a las 9:20, y la comisaría abre a las 9:00. Si hubiese madrugado un poco más, seguramente me habrían dado el carnet nuevo.

Hasta que no me lo den, no puedo empezar a cambiar papeles. Ahora mismo, no puedo pagar con tarjeta porque la tarjeta está a un nombre, y el DNI a otro (por cierto, el DNI viejo se lo quedan ellos, aunque tengo por ahí un DNI invalidado y caducado que he decidido llevar encima, por si acaso), pero lo que más me preocupa es que coja el coche, la Guarda Civil me pare, me pida el carnet de conducir, y… “verá usted, señor Guardia Civil, es un poco largo de explicar ¿Tiene usted una silla a mano para sentarse?”. Aunque una explicación tan inverosímil, a lo mejor hasta cuela y todo. Por si acaso, conduciré con cuidado extra.

Lo importante: ¡ya tengo el DNI a mi nombre!

Luego está la otra parte: contárselo a los padres. Aun no se lo he contado, pero de eso hablaré en otra entrada a parte.

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Publicado originalmente en la.trans.tienda.

El día 15 de junio se cerró el periodo de comentarios a los criterios de evaluación psiquiátrica propuestos por la APA (American Psichiatric Asociation) para la quinta versión de su Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). Según se refleja en la web de dicha asociación, no habrá cambios en lo concerniente a la clasificación de la transexualidad y el travestismo como enfermedades mentales.

Desde los primeros borradores de este manual, se ha venido anunciando que el llamado “Trastorno de Identidad de Género” pasaría a llamarse “Disforia de Género”, moviéndolo del capítulo de “trastornos de identidad sexual y de género” a un nuevo capítulo llamado también “Disforia de Género” que únicamente incluye dos categorías: “P 00 – Disforia de Género en niños” y “P 01 – Disforia de Género en Adolescentes y adultos”, quedando separado de los capítulos de “Disfunciones sexuales” y de los “trastornos parafílicos”.

Se mantienen también los criterios diagnósticos que ya se habían propuesto antes de que se abriese el periodo de comentarios, y que siendo mucho menos binarios y transfóbicos que los que aparecen en la actual versión DSM-IV-R, todavía pondrán en las manos de los profesionales de salud mental la posibilidad de diagnosticarnos o no, de permitirnos el acceso a los tratamientos sanitarios o no. Por ejemplo, se contempla como uno de los posibles indicadores de “disforia de género” “una marcada incongruencia entre la propia experiencia/expresión de género y/o las características sexuales primarias o secundarias”. Lo que no sabemos es si lxs profesionales de salud mental confiarán en la palabra de sus pacientes, o, tal y como han venido hasta ahora, no bastará con que nosotros les digamos que vivimos esa “marcada incongruencia”, sino que querrán “verlo claro”, o “estar segurxs” ellxs. Posiblemente muchxs pacientes trans tendrán que continuar escuchando la frase que Juana Martinez, psicóloga de la UTIG de Málaga le dijo a una amiga mía “ya veo que tú lo tienes muy claro, pero la que tiene que tenerlo claro soy yo”.

Respecto al llamado “U 06 – trastorno travestista”, continúa existiendo con este nombre, y aparece en el capítulo de “trastornos parafílicos” que también comprende, entre otros, el “U03 – trastorno pedofílico”, porque, al parecer, abusar sexualmente de niños y que una persona que no quiere “cambiar de sexo” definitivamente se vista con ropa de otro sexo, son lo mismo. Supongo que tal confusión viene provocada por la costumbre de la alta curia de la Iglesia Católica de, por una parte, usar faldas, tocados y zapatos femeninos, y por otra parte, abusar de aquellos niños que tienen la desgracia de haber sido dejados a su alcance. El test de autoevaluación  para los pacientes con “trastorno travestista”, sólo puede ser clasificado de insulto y humillación, iincluyendo preguntas como «Durante las últimas dos semanas ¿como de sexualmente exitante fue la idea de vestirse como un miembro del sexo opuesto, peinar tu pelo como un miembro del sexo opuesto, o de cualquier otro modo arreglarte como un miembro del sexo opuesto?», que seguramente deberán ser respondidas por aquellxs pacientes transexuales que para obetener un diagnóstico de «disforia de género» deberán demostrar que carecen por completo de autocomplacencia al verse vestidas y arregladas con el estilo del sexo elegido, a pesar de que las personas que no son transexuales sí que sienten excitación sexual al arreglarse conforme a su sexo asignado. Con esto, de camino, se mantiene la brecha existente entre mujeres transexuales y travestis, sometidas a la misma violencia y discriminación social, y, sin embargo, llenas de prejuicios las unas hacia las otras a causa, precisamente de estos criterios diagnósticos diferenciadores y estigmatizantes para ambos grupos de personas trans.

Se demuestra, pues, que el cambio realizado sobre la transexualidad es tan sólo una variación cosmética que responde a la presión que los grupos trans venimos realizando desde hace varios años (destacando la campaña Stop Trans Patologización, de alcance mundial), pero que en el fondo, el grupo de trabajo que se ha encargado de la revisión del capítulo de “trastornos de la identidad sexual y de género”, dirigido por el Dr. Kenneth Zucker, quien no es psiquiatra, sino psicólogo, continúa siendo tan transfóbico como ha sido siempre.

La aparición de noticias anunciando que la APA ya no considerará la transexualidad como una enfermedad, están completa y trágicamente equivocados, puesto que la realidad es justamente la contraria. En realidad, la APA no considera que nadie esté “mentalmente enfermo”, puesto que el término “enfermedad mental” fue substituido hace mucho por el término “trastorno mental”. De modo que la APA no establece diagnósticos de “enfermedades” puesto que la palabra “enfermedad” no aparece en ninguna parte, sino de “trastornos”. Dos palabras distintas para designar al mismo fenómeno que, con la práctica, han terminado por convertirse en sinónimos, por más que la APA se empeñe en tratar de engañarnos con ese burdo juego de llamar a las cosas de una forma distinta.

Igualmente la retirada de la palabra “trastorno” acompañando a “disforia de género” no implica que la transexualidad ya no sea considerada una enfermedad, puesto que se haya comprendida en el interior de un manual que se llama “Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales”, y va acompañada de sus correspondientes indicadores de cara a posibilitar su diagnóstico. El día que la transexualidad salga de este manual, será el día en que la APA pueda decir que ya no la considera un trastorno, patología o enfermedad mental… o el eufemismo que más les plazca. Entre tanto, cualquier declaración o noticia en ese sentido no es más que un cambio cosmético para limpiar su imagen ante las organizaciones internacionales de Derechos Humanos que una y otra vez declaran que la exigencia de un diagnóstico psiquiátrico para las identidades trans (incluyendo el travestismo) genera estigma social, discriminación, y vulneración de nuestros derechos humanos.

La excusa para mantener la transexualidad dentro del DSM es que un diagnóstico puede ser útil para defender que la transexualidad no es una elección irrelevante, caprichosa o pasajera. Sin embargo… ¿La importancia de una decisión sólo puede demostrarse si esta está contemplada en un manual de diagnóstico psiquiátrico? La elección de casarse con quien unx quiera también es importante, y es necesario defenderla, y, sin embargo, el amor no se encuentra contemplado en dicho manual, ni se diagnostica para ofrecer una justificación del derecho al matrimonio. Nadie justificó nunca que dos mujeres tuviesen el derecho a casarse porque estaban demasiado locas como para poder vivir sin contraer matrimonio entre ellas (y eso que el amor, según se ha dicho desde hace siglos, sí que es una locura). ¿Y qué justificación hay para mantener el travestismo con criterios aún más transfóbicos que los referentes a la transexualidad? Este diagnóstico, que no permite el acceso a tratamientos médicos y ni a reconocimientos legales de la identidad de género, tan sólo parece tener utilidad para justificar divorcios, la pérdida de la patria potestad a favor del miembro de la pareja que no se traviste, o los intentos de “curación” de lxs travestis, y no tiene justificación ninguna.

Por lo demás, ni la transexualidad, ni el travestismo, pueden ser considerados una enfermedad o trastorno, puesto que no causarían malestar ninguno si se permitiese a las personas vivir su transexualidad o travestismo con libertad, y con libre acceso a los tratamientos médicos y al reconocimiento de género social y legal. Lo que sí genera trastornos es, precisamente, cuando se impide la transexualidad.

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Ya está la partida de nacimiento

La semana pasada, el día 31 de julio, me llamaron del Registro Civil de mi pueblo para decirme que les habían llamado de Barcelona para decirles que ya han hecho mi partida de nacimiento nueva… pero que no la iban a enviar, así que les han dado también el número de tomo y página para que la pida yo por Internet (o como mejor me parezca) y me la mandarán por el método normal.

Yo pensaba que el Registro Civil, una vez efectuado el traslado de la inscripción de la partida de nacimiento, tenía que enviarte una copia, así que cuando me llamaron para decirme que la habían trasladado, pero no me la enviaban, me cabreé. No sé de donde me saqué la idea de que tenían que mandarme una copia (probablemente me pareció lo más lógico), pero estaba tan convencido de ello que hasta pensé que venía ordenado en el auto de la magistrada. Hasta iba a poner una reclamación y todo…

Pero no. La magistrada no dio orden de que se me enviase una copia de la partida de nacimiento, y el Reglamento del Registro Civil tampoco indica que haya que enviar una copia de la partida trasladada, en caso de traslado de partida. Así que todavía tengo que dar las gracias de que los del Registro de Barcelona llamaran aquí, y los de aquí me llamaran a mí. De no ser por eso, me habría tenido que enterar del traslado por ciencia infusa.

Como a una amiga que hizo el cambio un poco antes que yo le pasó algo similar, ya me esperaba que también ahí habría problemas que demorarían el tema un poco de tiempo más. No podía ser tan fácil (y que conste que ahora es muy fácil, sólo hay que tener paciencia infinita. Hasta que salió la ley que regula todo este asunto, para poder hacer el cambio de nombre y tal, había que ir a juicio… Un juicio que podías ganar o perder, y que normalmente para poder ganarlo requería que te hubieses esterilizado previamente, de modo que quedase bien claro que no ibas a dedicarte a tener hijos). Así que ya estaba yo pensando en pedirlo por Internet de todos modos, pero… ¿Cómo pides una partida de nacimiento para ti mismo, si no puedes demostrar que eres tú? Explico.

Para pedir una partida de nacimiento, sin saber el tomo y la página, tienes que saber el nombre y la fecha del hecho. Pero para pedir  una partida de nacimiento de Pablo Vergara sin saber esos datos, habría que decir que es el traslado de otra partida de nacimiento, a nombre de Elena Vergara, en fecha de 25 de agosto de 1979. Sabiendo eso, el funcionario puede encontrar la nueva partida de nacimiento, ya que las partidas de nacimiento no se destruyen, sólo se cancelan y en el asiento de cancelación aparece el número de tomo y página donde está la nueva, con el nombre nuevo. Eso, si vas al registro en persona, es muy fácil de explicar. Sin embargo, el formulario de Internet para solicitar la partida de nacimiento no atiende a tantas razones ni sutilezas. La otra opción es pedir la partida de nacimiento, para ti mismo, con certificado digital. Pero como el certificado digital está a nombre de Elena, y la partida está a nombre de Pablo, no funciona. Y necesito la partida de nacimiento para poder cambiar el DNI y sacarme un nuevo certificado digital a nombre de Pablo. Pero para eso necesito el certificado digital… en fin.

Mi amiga, la que hizo el cambio un poco antes que yo, lo solucionó yendo personalmente al Registro Civil donde estaba inscrita, pero a ella le pillaba cerca. A mí Barcelona me pilla en el quinto pino, y no tengo pensado pasarme por allí hasta Navidad. En resumen, que todavía puedo ir contento de que les haya dado por llamar para decirme donde está mi nueva partida de nacimiento, porque si no… seguramente habría encontrado la forma de conseguirla (sin tener que ir a Barcelona), pero me habría costado más trabajo.

El mismo día que me llamaron la pedí por Internet. Normalmente, cuando he pedido partidas de nacimiento han tardado unas dos o tres semanas (más o menos lo mismo que tardan en enviarme cualquier cosa que haya comprado en China, sólo que China está mucho más lejos), pero estamos en agosto, y supongo que pedir que te manden algo durante el mes de agosto… es mucho pedir. Paciencia, paciencia y más paciencia…

Por otra parte… ¡Ya soy oficialmente Pablo! La rectificación de sexo tiene efecto desde que se practica en el Registro Civil. Mientras no cambie el DNI, no voy a poder darle mucho “efecto” que digamos, pero bueno…

Como una pequeña anécdota final, cuando estaba reservando el billete de avión y me preguntaba que nombre poner, pensé que, por la ley de Murphy, si lo ponía a nombre de Elena, seguro que me llegaba la partida de nacimiento nueva al cabo de pocos días, para que me diese más rabia. En cambio, si no ponía a nombre de Pablo, seguro que no me llegaba. Entre un efecto de la ley de Murphy y el otro… pensé que me gustaba más el primero, y ha funcionado. La ley de Murphy nunca falla. ^_^

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