Archivo mensual: diciembre 2010

¡¡Felices fiestas y próspero año 2011!!

El jueves que viene me voy a pasar las navidades y el año nuevo al norte, con la familia, y no tendré acceso a internet, así que probablemente esta sea la última entrada de este 2011. El año pasado escribí este post haciendo varias listas de sueños por cumplir. Ahora que se acaba el año, toca revisarlos y hacer listas nuevas. Antes de empezar tengo que decir que 2010 ha sido un año jodido, y al mismo tiempo increible. Probablemente es el año durante el que más he crecido y cambiado de mi vida. He viajado más que nunca, y he tenido menos dinero que nunca, he conocido gente, me he despedido, me he llevado sorpresas y decepciones, y he cumplido sueños que pensé que moriría sin cumplir, como ver colibríes o subir en un coche de fórmula 1. Creo que los momentos realmente jodidos, que no voy a mencionar porque no me apetece pensar en ellos estan compensados con creces por los momentos buenos, e incluso creo que han sido hasta necesarios. En 2010 he cometido muchos errores, y muy graves, pero si volviese a empezar sólo hay una cosa que cambiaría: debería haber ido antes al médico para que me mirasen por qué me dolía el estómago y la espalda. El resto, probablemente lo habría hecho exactamente de la misma manera.

SUEÑOS CUMPLIDOS EN 2010

  1. Que me cambie la voz.
  2. Que los camareros dejen de llamarme señora o señorita.
  3. Viajar a Ecuador.
  4. Alcanzar la media de 50 visitas diarias en el blog.
  5. Mantener a mis viejos amigos y hacer amigos nuevos.
  6. Trabajar dando clases.
  7. Ver colibríes.
  8. Subir a un fórmula 1.
  9. Tocar el cielo (casi) con los dedos.
  10. Empezar a estudiar Derecho.
  11. Viajar muchísimo.

10 SUEÑOS REALISTAS PARA 2011

  1. Aprobar todas mis asignaturas con buena nota (aunque sea en septiembre).
  2. Operarme de masectomía.
  3. Trabajar dando clases.
  4. Conseguir una pareja estable.
  5. Que en la UTIG de Madrid dejen de putear a una amiga mía.
  6. Ponerme algo en forma.
  7. Que mi familia, amigos y yo tengamos buena salud.
  8. Hacer nuevos amigos.
  9. Cambiar de nombre legal.
  10. Que tener 100 visitas diarias en el blog.

10 SUEÑOS IMPOSIBLES PARA 2011

  1. Conseguir un buen trabajo, que me permita vivir con lo que gane.
  2. Volver a vivir en Granada.
  3. Comprar un coche nuevo.
  4. Regresar a Ecuador y ver a los amig*s que allí dejé.
  5. Comer pan de yuca con yogurth.
  6. Conseguir una plaza de funcionario.
  7. Que toda mi familia me llame Pablo y me trate en masculino.
  8. Acertar 6 números en la lotería primitiva.
  9. Viajar a Japón.
  10. Cambiar de nombre legal.

NO QUIERO MORIR SIN:

  1. Volver a Praga.
  2. Volver a enamorarme.
  3. Transcribir los diarios de mi abuelo.
  4. Publicar un libro.
  5. Haber estado en un crucero.
  6. Que se retire la transexualidad del DSM y el CIE.
  7. Que deje de obligarse a las personas trans a recibir permiso de un psicólo/psquiatra para acceder a los tratamientos médicos que necesiten.
  8. Que se pueda cambiar de nombre y sexo legal sin requisitos, o, por lo menos, con los mismos que se exigen para el cambio de nombre normal. O que cada cual se pueda llamar como quiera y que desaparezca la mención del sexo en el DNI. O todo ello al mismo tiempo.
  9. Que un hombre transexual pueda concebir un hijo y nadie se sorprenda.
  10. Soplar una tarta de cumpleaños con, al menos 85 velas, y además tener buena salud física y mental.

De la lista de sueños cumplidos, 5 eran de los 10 que aparecían en la lista de «sueños realistas para 2010», y uno estaba en la lista de «sueños imposibles». Esto no significa que las cosas imposibles no se puedan cumplir, porque algunos de los sueños imposibles para 2010 se han convertido en sueños realistas para 2011. Que lo imposible se convierta en inevitable es sólo cuestión de tiempo. En la lista de sueños cumplidos aparecen sueños que ni siquiera sabía que tenía, porque eran cosas que jamás pensé que fuese a hacer en mi vida, y otros que se hicieron realidad sin yo pedirlo. Nunca pensé que viajaría tanto, e invirtiendo tan poco dinero para ello.

En fin, ha sido jodido, pero ha sido increible. Como dijo Kim Pérez, el cuerpo puede ser una obra de arte, y la vida una novela. Ya tengo ganas de ver qué trae el próximo capítulo (aunque sospecho que va a estar compuesto sobretodo de horas y horas estudiando como un loco).

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En España no hay ley de identidad de género.

Muchas personas creen que en España existe una ley de identidad de género, pero no es cierto. El estado español no tiene nada de eso, ni parecido. En Navarra sí hay una ley (y reconozco que no la he leído, así que no se si es buena o mala). En España no.

El motivo por el que mucha gente tiene esta creencia es el siguiente: cuando se aprobó la ley 3/2007 reguladora de la rectificación registral de la mención de sexo, se acordó entre algunos grupos de personas trans llamarla “Ley de Identidad de Género”. Así aparece, por ejemplo, en la web de Carla Antonelli.

Desconozco el motivo por el que se acordó eso, pero estoy seguro de que se hizo con toda la buena intención del mundo. Supongo que estaban tan contentos de tener por fin alguna ley que regulase algún aspecto de los diversos problemas que las personas trnas tenemos a diario, que creyeron genuinamente que se traba a de una aunténtica ley de identidad de género. Mucha gente la llama, cariñosamente, “nuestra ley”, entre otras cosas porque es suya de verdad, les costó muchísimo esfuerzo que esa ley llegase a ver la luz.

Esta genuina y comprensible alegría, en el prensente, son está haciendo más mal que bien. Porque, pasado el momento de euforia inicial, es evidente que de lo que trata esta ley es exactamente de eso que dice su nombre, de rectificar la mención registral de sexo de las personas. A parte de eso, no hace nada más, así que llamarla “Ley de Identidad de Género” es un término realmente optimista. Como mucho, la podríamos llamar “Ley de Identificación de Género”, porque sirve para conseguir papeles que nos identifiquen con el género que consideramos nuestro.

Una Ley de Identidad de Género debería regular la protección de los datos públicos pero que al mismo tiempo son de carácter privado para las personas trans, como el nombre y sexo legal cuando no se ha procedido a su rectificación registral. Por supuesto, la ley debería permitir que cualquiera rectificase los datos, no como ahora que todavía somos muchos los que nos quedamos fuera, pero incluso así debería contemplar la protección de los datos de aquellos que no los han podido (o querido) cambiar, por el motivo que fuese.

Debería regular especialmente la protección de los menores de edad, pues son un colectivo todavía más vulnerable. También debería establecer medidas antidiscriminación, y regulación sobre crímenes de odio. Regulación para aquellas personas que viven en régimen de internamiento, especialmente en cárceles y hospitales, pero también en cuarteles o residencias escolares.

Tendría que garantizar el acceso de las personas trans a los servicios públicos, especiamente  a los servicios sanitarios, pero también a la asistecia de la policía, entre otros. Y el acceso al trabajo.

Por supuesto, también debería regular la rectificación de la mención registral de sexo (a poder ser, incluyendo la desaparición de esta en el DNI), y el cambio de nombre.

Esta ley no debería imponer como prerequisito un diagnóstico psiquiátrico, sin que debería ser aplicable a cualquiera que lo solicitase.

El problema de llamar “Ley de Identidad de Género” a una cosa que no lo es, es que crea una falsa sensación de protección y seguridad jurídica. Muchas personas trans creen que existe una ley que les ampara… y no. Lleva a que no se reclame enérgicamente una auténtica ley de Identidad de Género, porque claro… si ya hay una ley…

En los diez días que han pasado desde que redacté esto (en un folio, con bolígrafo bic, a la antigua) hasta que he podido pasarlo al ordenador, ya he oído un par de veces que se está trabajando en lo que ahora llaman “ley trans”. Ojalá esta vez sea de verdad.

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De escaparates.

Ayer pasé por delante de un escaparate de Zara, donde vi dos chaquetones preciosos. Estaban hachos en piel o similar, de color negro, y forrados por dentro en lana gris oscura. De corte moderno y elegante, realmente muy bonitos.

Me paré a mirar el precio. 399€. En ese momento se me ocurrieron varias cosas de golpe.

¡400€! ¿Y luego se quejan de que no venden? ¿Pero como van a vender a ese precio? ¿Quién tiene 400€ para gastar? ¡Pero si a mí me cuesta trabajo vender los blister de 8 tornillos a 0,50€!

¿Y no se supone que la ropa de Zara es barata? Mis amigas más pijillas, cuando se refieren a la ropa de Zara lo hacen con un poco de desprecio. “Esto me lo compré en Zara”, y me enseñan la etiqueta torciendo el gesto, como disculpándose por comprar en tiendas de baja estofa.

¿Y no había tenido que despedir Zara a varios trabajadores? ¿O no? Creo recordar que Inditex era de las empresas que más beneficios obtenían en España antes de la crisis, pero ahora… Vaya, no estoy seguro.

Desde luego, los chaquetones son muy bonitos, pero no valen 400€ ni de coña. A lo mejor son de piel aunténtica, pero ni por esas, vamos. ¡Si con 400€ se supone que puede vivir una familia! Bueno, 426€.

En estas elucubraciones iba yo, cuando recordé que hace poco más de dos años, no sólo no habría podido comprar el dichoso chaquetón. ¡Ni siquiera habría podido plantearme comprarlo!

Seguramente me habría imaginado una realidad paralela en la que pudiese irme a una ciudad en la que nadie e conociese, y llevar en mi maleta esa prenda. Soñaría con deshacer la maleta al anochecer y salir yo solo (sola) a la calle, vestido con aquella ropa que en realidad no podía plantearme tener de verdad.

Habría sido consciente de que ni aún en un lugar donde nadie me conociera me atrevería a vestir ropa de hombre. Y también de que no me gusta salir solo (sola) por las noches. Entre ponerme la ropa de deseaba y tener compañía (sobretodo la compañía de la gente que quiero) elegía lo segundo.

Por eso guardaba mi fantasía con cuidad en una cajita que escondía en un rincón de mi mente, donde no pudiese hacerme daño. Pero tampoco demasiado lejos.

Es raro. Como si antes ese objeto y yo conviviésemos en distintos planos de la misma realidad y fuese inalcanzable. Incluso con sólo pensar en comprarlo para mí, ya estaba transgrediendo las normas y saltándome prohibiciones atávicas y graves tabúes.

El resultado es el mismo. Ni antes ni ahora lo puedo tener, pero de algún modo, parece que el poder desear algo me hace consciente de que también puedo elegir rechazarlo. O quizá es que quién ha estado encerrado mucho tiempo se conforma simplemente con ser libre y no necesita mucho más.

Vaya usted a saber, aunque en realidad me da igual. A estas alturas, el chaquetón ya no me importa nada. ¿Para qué iba yo a querer una cosa tan cara?

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Una de las mayores estupideces

Una de las mayores estupideces que se oyen por ahí (sin contar las declaraciones de nuestros políticos, contra quienes es inútil competir en el campo de la estupidez) es la expresión «nací en un cuerpo equivocado». Lo peor es que se oye mucho, muchísimo, sobretodo en los médios de comunicación. Es raro no ver un reportaje periodístico sobre transexualidad en que el no haya un párrafo que diga «Fulanitx nació en un cuerpo equivocado«, o en el que una persona trans declare de si mismx que está atrapadx en un cuerpo equivocado. Por ahí hay un reportaje que se llama «Eso no es mi cuerpo». Con todo esto, no es raro que las personas que no son trans también se refieran a las personas trans como que «han nacido en un cuerpo equivocado», y lo hacen con muchísimo respeto y solidaridad.

Claro, uno se levanta por la mañana, es lunes, todavía está de medio resaca, con lo ojos pegados por las legañas, y con un poco de prisa porque se le han pegado las sábanas y llega tarde a la cola del paro (a trabajar ya no va casi nadie), así que, por error, en vez de ponerse su propio cuerpo, se pone otro que no es el suyo, y se da cuenta un buen rato más tarde, cuando ¡horror! ya no se lo puede quitar.

No sé. Pienso que quizá esa idea de «nacer en un cuerpo equivocado» viene de la clásica separación que en nuestra cultura se hace de cuerpo y alma, o cuerpo y mente, como dos entes diferenciados cuya relación no es más que una coincidencia temporal y un tanto molesta. Como si una inteligencia sobrenatural y un poco cabrona se entretuviese en introducir almas inmortales en el interior de cuerpos mortales, pero, eso sí, cada cuerpo-envoltorio conteniendo su etiqueta identificativa de qué clase de alma inmortal lleva dentro. Pero nadie es perfecto, y hasta las inteligencias sobrenaturales se equivocan a veces, por lo que de vez en cuando se introduce un alma inmortal dentro de un cuerpo con la etiqueta erronea. ¡Que disgusto! Es como si uno va al super a comprar yogures de fresa, y cuando los abre, se encuentra con que son de limón. Es un yogur nacido en un envase equivocado. ¡Pobrecito!

No creo que haya una ley sobrenatural según la cual a un cuerpo determinado le corresponda un comportamiento determinado. Sí existen «pantalones de hombre» y «pantalones de mujer», y si me descuido y me voy a la sección de la tienda que no es a la que quería ir, tendré unos «pantalones equivocados». Pero no existe un cuerpo «de mujer» y un cuerpo «de hombre», y que alguien pueda, por error, adquirir un cuerpo equivocado.

Si esto fuese así, los feos deberíamos también protestar y decir que nacimos en un cuerpo equivocado, y que en realidad somos guapos. Los ciegos nacieron en un cuerpo equivocado, porque su mente es de videntes. Las personas muy altas, que están hartas de que todo el mundo les mire y desearían pasar desapercibidas, pueden afirmar que nacieron en un cuerpo equivocado, y que en realidad deberían medir 1,70m. Alguien está cometiendo demasiado errores.

No, a un cuerpo X no le viene aparejado un comportamiento X, ni una sensibilidad X, ni una forma de pensar X. Según eso, todas las personas que midiesen más de 1,90 deberían desear ser jugadores de baloncesto. Y todas las personas que midiesen menos de 1,50 deberían desear ser bomberos toreros. Todos los que fuesen flexibles deberían desear practicar yoga, y todos los ciegos habrían nacido para vender cupones de la ONCE. Un albino cuya mayor ilusión fuese parsar las vacaciones bronceándose en una playa de Mallorca, habría nacido en un cuerpo equivocado, porque a los albinos lo que por naturaleza les debe gustar es estar a la sombra, o a oscuras.

El que yo tenga muy mal equilibrio, y tampoco sea muy agil no viene determinado por el hecho de que naciese con los pies planos, ya que mis padres se encargaron de corregir eso durante mi infancia. No voy a decir «no importa que corrijas los pies planos de un niño, será torpe el resto de su vida, porque el que nace con pies planos, tiene mente de pies planos».

Una persona es una persona. Yo soy yo desde el poco pelo que aún me queda hasta las uñas de los pies que a veces me olvido de recortar, y necesito mi cuerpo porque sin cuerpo dejo de ser yo. De hecho, dejo de vivir, y eso no me mola. Mi cuerpo no determina lo que debe o no debe gustarme, o cual debe ser mi caracter. No sé qué es lo que lo determina, pero la forma y el tamaño de ciertas partes de mi cuerpo, decididamente, no.

Entonces ¿por qué modifico mi cuerpo? Pues porque una cosa es que el cuerpo no sea determinante, y otra muy distinta, que me sientiera bien con él tal y como era hace unos meses, o tal y como es ahora. Además, también me resulta extremadamente molesta, dolorosa incluso, la forma en que la gente me trataba debido a las expectativas que tenían sobre mí a partir de como era mi cuerpo. Pero de afirmar que mi cuerpo me disgusta hasta límites insoportables a decir que es un cuerpo que no me corresponde, va un mundo.

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¿Estado de alarma?

Iba a escribir algo sobre el tema, pero ya hay personas que han escrito mucho sobre el tema, así que yo sólo voy a hacer un par de aclaraciones, y os voy a dejar un video para que os entretengáis.

A continuación, enlace al blog de una controladora aerea.

Y otro enlace al blog de un guionista atrapado en el aeropuerto de Londres a causa de la huelga.

Quisiera aclara que el autor del segundo blog indica que dentro de 20 años nos daremos cuenta de qué pasó. Yo, mucho más pesimista tras terminar mi trabajo sobre constitucionalismo histórico español, nos doy como máximo un lustro, porque la historia de España demuestra que cuando los Gobiernos empiezan a saltarse a la torera las garantías constitucionales y los derechos fundamentales, le cogen el gustillo y siguen y siguen, hasta que a los militares se les acaba la paciencia y organizan un pronunciamiento militar. El ejército siempre ha sido el árbitro de nuestros procesos constitucionales y, como se ha visto, lo sigue siendo, así que un día de estos volverá a pitar fin del partido y nos joderemos todos.

Cuando Rubalcaba salió el viernes en la televisión diciendo que autorizaba al ejército del aire a «hacer todo lo necesario para que se restablezca el tráfico aereo», se me heló la sangre en las venas.

Artículo 4 de la L.O. 4/1981, de los Estados de Alarma, Excepción y Sitio.

«El Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el artículo 116.2 de la Constitución podrá declarar el Estado de Alarma, en todo o parte del territorio nacional, cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad:

1.- Catástrofes, calamidades o desgracias públicas, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud.
2.- Crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves.
3.- Paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad, cuando no se garantice lo dispuesto en los artículos 28.2 y 37.2 de la Constitución, Y CONCURRA ALGUNA DE LAS DEMÁS CIRCUNSTANCIAS O SITUACIONES CONTENIDAS EN ESTE ARTÍCULO.
4.- Situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad.»

La paralización del tráfico aéreo no es por sí sola motivo suficiente para declarar el Estado de Alarma y la resolución tomada ayer es ilegal.

El 11-M sí habría sido motivo para declarar estado de alarma, pero no se consideró necesario, y no se hizo.

Yo quiero:

– Que el presidente del gobierno dimita.

– Que se exija responsabilidad al Gobierno, y si alguien tiene que ir a la cárcel, que vaya.

– Que se paralice la privatización de un 30% de AENA hasta que esto se aclare, porque huele que apesta.

– Que se convoquen oposiciones a controladores aereos ya.

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Regios en Madrid

Un regio es un area mágica que se superpone a la realidad, permitiendo la entrada en otros planos físicamente situados en el mismo lugar (filósofos y sociólogos del mundo, atentos: os estoy regalando un concepto precioso). Otra de las características de los regios es que no siempre están activos, o no para todo el mundo. Por ejemplo, hay regios que solo se activan cuando la luna está en una determinada fase, o en una determinada fecha del año especialmente poderosa (navidad, San Juan, equinoccios y solsticios…). Otros regios están disponibles sólo para aquellas personas con una percepción sensorial especial, y otros se abren y se cierran de manera aleatoria, por lo que uno puede estar paseando por una calle totalmente conocida, para ir a su trabajo, y encontrarse de golpe que, al volver la esquina, en lugar de encontrarse la parada del autobús, hay un manzano que da peras de oro. O una planta carnívora gigantesca con las fauces abiertas para devorarte.

En Madrid hay un montón de regios. El Madrid superficial, real, el que cualquier hijo de vecina puede conocer, no es precisamente una ciudad muy amable para vivir. A mí nunca me había llamado la atención hasta que me di cuenta de que está lleno de regios.

Uno de los regios más conocidos (ese lo conocía hasta yo) es el barrio de Chueca. Para las personas corrientes es un barrio lleno de maricones, bolleras y travelos, un guetto, o un lugar donde estas personas se sienten seguros al tiempo que se apartan de la sociedad mayoritaria, lo que no puede ser muy bueno. En cambio, las personas sensibles a ese tipo de magia, en cuanto empezamos a dejar atrás la Gran Vía, comenzamos a notar un leve cosquilleo en el estómago, y que el aire se hace más liviano, aunque igualmente contaminado. Se pone uno de mejor humor y de le entra un sentimiento como de ser un marciano en marte, que no es exáctamente lo mismo que ser un terrícola en la tierra. No, no eres más normal que cuando entraste en el barrio, pero todos los demás son igual de raros que tú, hasta los que fuera del regio son normales.

El sábado pasado, por la mañana, tuve la oportunidad de descubrir dos regios más. Uno estaba en una tienda de alimentación china, y se abrió al pronunciar la palabra «choclo». La china me condujo hasta un congelador en el que tenía el choclo congelado (ay, lo habría preferido fresco, pero tengo que reconocer que estaba muy bueno igualmente) y al ver que dudaba me comentó que «todos llevan ese choclo. Congelado. No otlo. Todos llevan, es bueno.» Así que decidí confiar en su opinión (y en que no hay choclo en mi pueblo) y fui a pagarlo. Entonces la chica, muy contenta, me preguntó que si era de mi país, el choclo. Yo intenté explicarle que no, que soy español pero estuve de viaje en Ecuador unos meses, pero no conseguí hacerme entender. Así que la chica añadió «también queso tu pais. Gente dice queso mi país muy bueno, pelo yo no he plobado», y me señaló la nevera. Fui y, efectivamente, había quesos colombianos, que con choclo son la combinación perfecta (yo planeaba comerlo con queso de Burgos, pero no es lo mismo). La dependienta estaba tan contenta de hablar con otro «inmigrante» que estuvimos un rato conversando sobre quesos y sobre «nuestros paises». Llegados a ese punto, yo ya no tenía corazón para explicarle que se equivocaba. En esa pequeña tienda se había abierto un regio donde los chinos en lugar de atenderte con total indiferencia, te hablan, te sonríen, se ponen contentos y te comentan que ellos no comen queso. Una pequeña realidad paralela donde uno puede convertirse en extranjero en su propia tierra y permitirse compartir un poco de nostalgia por una tierra que en realidad no es la suya con una desconocida amable en la una de las ciudades menos amables y menos nostálgicas de España.

Finalmente, un regio facilito de encontrar. En una de las puertas del Retiro (probablemente en la «Cuesta de Moyano») hay varios puestos de libros de ocasión. Desde nuestro plano, el del común de los mortales, se trata de varias casetas frente a las que hay unas cuantas mesas llenas de libros de segunda mano, pero si eres capaz de atravesar los umbrales del regio descubres que estás ante una sala llena de tesoros, que son observados con reverencia por una pequeña multitud de visitantes que los examinan, acarician, desean, observan, investigan e incluso se llevan con ellos en el más absoluto silencio. Una biblioteca al aire libre. Un lugar donde Belén Esteban no ha nacido, y por doquier escuchas a la gente hablando de libros. Libreros entendidos comentan con algún cliente entrado en años los entresijos de la consecución de una obra rara, o hablan entre si de los avatares de la fortuna que te pueden llevar a encontrar un diamante en una librería aparentemente sin interés. Una anciana saluda a los interesados que la conocen, a saber cuantos años de su vida ha pasado llendo a trabajar a ese lugar cada día, pero ahora ya no trabaja, sino que el negocio lo lleva su hijo, y ella sólo disfruta de tomar el aire sentada junto a los libros, bien tapada con una manta y una rebeca de punto. Con mitones verdes en las manos. Y un grupo de personas se apelotona en silencio, examinando una montaña de volúmenes desordenados, de hojas amarillentas y quebradizas, que alguien está vendiendo a granel, seguramente sin conocer el contenido de la mayor parte de las obras que allí se exponen. Sobre una estantería, el dios de la lluvia llora sobre México.

Me quedé contento cuando volví de Madrid el sábado pasado. Nunca me pareció una ciudad humana, ni atractiva, sino más bien un lugar en el que la gente te rebuzna si vas cansado por el metro y no te quitas de enmedio. Donde todo el mundo camina más rápido que yo. A partir de ahora iré atento a los regios que puedan haber estado pasando desapercibidos a mi alrededor.

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