Archivo de la categoría: Uncategorized

7 años aprendiendo se merecen una renovación

El día 24 de julio de 2008 escribía la primera entrada de este blog, con una carta abierta que sólo uno de los destinatarios leyó (y le partió el corazón). Desde entonces han pasado siete años, y he crecido mucho, he aprendido mucho, y he tenido la suerte de poder enseñar mucho para ayudar a otras personas, y ahorrarles tener que pasar por las amargas e innecesarias experiencias que yo he tenido que pasar.

Suele decirse que la transición [social] de género es un proceso difícil, y es cierto. Lo que no se dice nunca, es que no tendría por qué serlo. Las dificultades que tenemos las personas trans, no ocurren porque seamos trans, sino porque los demás quieren impedirlo. Si no hubiese una especie de acuerdo social para empujar (con violencia) a las personas a vivir según el sexo que se les ha asignado en función de unos criterios médico-religiosos, totalmente ajenos a la voluntad o la identidad de la persona afectada, la transición social de género sería una parte más del proceso de maduración de las personas trans… y también de las personas cis, porque todas las personas, tanto trans como cis, tenemos una identidad de género, y pasamos por una fase de toma de conciencia de cual es nuestra identidad de género, independientemente de si coincide con la que se nos asignó al nacer, o no. Los movimientos feministas todavía se preguntan «qué es ser mujer», y todos los demás también lo hacemos, aunque esta pregunta no siempre se verbalice.

En estos siete años he aprendido a ver más allá de las convenciones sociales, a ir más allá de las sentencias absolutas, a preguntarme el por qué de todo, y a tomar las riendas de mi vida (y, con ello, a hacerme responsable de cada una de mis decisiones) y a luchar para ser libre. También he aprendido cuales son mis privilegios, y que no todas las personas son tan privilegiadas como yo lo soy, aunque, al mismo tiempo, también he visto que todas las personas, de algún modo, tienen algo privilegiado de lo que otras personas pueden no disponer, y hay todos tenemos que empezar a decidir qué hacemos con eso.

En fin, he hecho muchas cosas… Y al final, he hecho caso a los amigos que me decían que debería recopilar este blog en un libro y publicarlo. Así que eso lo he hecho también.

Hace unas semanas terminé el primer borrador del libro recopilatorio de este blog, en el que, además he incluido comentarios con retrospectiva sobre las cosas que contaba, o información que en aquel momento no quise, no pude, o no recordé dar. También he eliminado algunos posts sobre noticias o anuncios de actividades que ya no importan a nadie, o sobre teorías de género, o ideas sobre políticas trans, que irán a parar a los dos próximos libros que tengo pensado escribir cuando acabe el recopilatorio, pero que en este libro sólo servían para desdibujar mi historia, y para alargarlo mucho. Al terminar el primer borrador, este tenía 530 páginas, por lo que añadir información que quiero poner en otro sitio no me parecía una buena idea.

Ahora estoy con el segundo repaso, y estoy quitando todavía más posts. Estoy intentando llegar a ponerme por debajo de las 500 páginas, aunque como mi idea es publicarlo de manera digital, la longitud tampoco importa tanto en realidad (¿O sí?).

Como me gustaría que alguien comprase y leyese el libro (¿Si no, para qué lo escribo?) he decidido migrar el blog a un blog de wordpress.org alojado en un servidor de Siteground, con un dominio propio. A partir de ahora, el blog de wordpress.com (generofluido.wordpress.com) quedará inactivo y no volverá a ser actualizado.

Si estás dado de alta para que te lleguen las actualizaciones del blog generofluido.wordpress.com, ya no te llegarán más. Lo que puedes hacer es darte de alta en mi lista de correo, y te iré manteniendo más o menos al día de lo que hago. A parte de eso, es la única diferencia que habrá.

Por lo demás, el nuevo blog www.pablovergaraperez.com además de reflejar mis experiencias, ahora también muestra quien soy. Tiene un poco de información sobre mí, y sobre todos mis proyectos. Además, añadiré otros recursos, como libros o películas sobre transexualidad que me hayan parecido interesantes, base de datos legal si me da tiempo y estoy de humor, etc. Lo único que aún no he conseguido es que todos los botones del blog salgan en español, pero estoy en ello. El aviso de cookies sale deliberadamente en inglés, porque la web, al igual que yo, está alojada en Reino Unido, donde todavía hay libertad de expresión.

Con esto y un bizcocho, nos vemos en el nuevo blog.

Deja un comentario

Archivado bajo Uncategorized

Rectificación: la UTIG todavía da por saco, pero ya menos

Errar es humano, rectificar es de sabios.

En la entrada anterior decía que «adios a la UTIG de Málaga». Antes de escribir esa entrada estuve preguntando a varias personas, leyendo diversos foros, e incluso escribí al servicio «Salud Responde» del Servicio Andaluz de Salud para cerciorarme de que la UTIG de Málaga ya no estaba en funcionamiento,  o, al menos, no funcionaba de la manera que lo estaba haciendo antes. Después de que varias personas, por activa y por pasiva, me dijeran que no, que ya estaba la cosa arreglada, unos días después de escribir esto, empezaron a llegarme informaciones contradictorias.

Al parecer, la UTIG sigue funcionando, y lo sigue haciendo con un régimen de autorización, en vez de con un régimen de autonomía, como debería. Alguien me ha comentado que lo que hacen es exigir a los pacientes que firmen una solicitud de atención psicológica, y si no la firman, la endocrina no les atiende. No sé si será verdad. Si alguien está yendo en estos momentos (julio de 2015) a la UTIG de Málaga, le agradecería mucho que escribiese y arrojase algo de luz sobre el asunto.

La cuestión es que las personas trans de otras comunidades autónomas ya pueden ir a otros médicos endocrinos (a los de las correspondientes UAPT provinciales), pero la UAPT de Málaga sigue siendo la misma mierda de UTIG que ha sido repetidamente denunciada por realizar prácticas ilegales, y que sigue realizándolas porque es lo que les mola.

Las personas trans de Málaga, por supuesto, podrían elegir ir a otro endocrino, y de hecho, los médicos de familia no tienen ningún problema en derivarlas a otros médicos endocrinos que no son la UTIG, si los usuarios del sistema lo solicitan. El problema es que, cuando estas personas llegan a la consulta del endocrino, este les dice que no sabe atenderles, y les rebota hacia la UTIG.

Así que el próximo paso en Málaga tiene que ser conseguir que los otros endocrinos empiecen a dar tratamiento a las personas trans. Igual que le dan tratamiento a las personas cis. Sin ninguna excusa: las terapias hormonales para personas trans se encuentran incluidas en el currículo universitario de la especialidad de endocrinología. De esta manera, la endocrina y las psicólogas de la UTIG de Málaga dejarán de tener poder, porque sus consultas estarán vacías (u ocupadas únicamente por aquellas personas que creen que es necesario que otra persona les diga lo que deben hacer con su cuerpo, que también las hay y son muy respetables mientras no nos lo quieran imponer a los demás).

Endocrinos del SAS, las personas transexuales necesitamos vuestra ayuda. Puede que vosotros penséis que sois unos incompetentes que no podéis recetar un tratamiento hormonal con testosterona, o estrógenos y antiandrógenos, a pesar de que lo habéis estudiado en la universidad, pero yo confío en vosotros. Yo sé que no sois tan imbéciles como vosotros pensáis. La carrera de medicina, y la especialidad en endocrinología, son muy difíciles y no están al alcance de alguien que no tenga, al menos, dos dedos de luces.

Endocrinos y endocrinas de Málaga en particular y de Andalucía: sois personas fantásticas y podéis hacer cosas increíbles. No sois los incompetentes que nos decís que sois. Ha llegado el momento en que os comportéis como auténticos profesionales y empecéis a ayudar a que las personas trans podamos tener una buena vida. Veréis que somos pacientes muy agradecidos, y que con vuestro trabajo haréis algo bueno por otros seres humanos.

A parte de recordar a los endocrinos que no son idiotas, sino profesionales muy competentes y cualificados, creo que se podría llevar a cabo varias tácticas para conseguir que las personas trans de Málaga puedan elegir ser atendidas por otros endocrinos que no sean de la UTIG.

Táctica 1ª. Escribe a los diputados del Parlamento Andaluz, al Consejero de Sanidad y al Secretario de Sanidad denunciando el incumplimiento de la Ley Trans de Andalucía por parte de los profesionales de endocrinología de Málaga.

Táctica 2ª. Pide que todo se te de por escrito. Si tienes que firmar una solicitud de atención psicológica en la UTIG, pide una copia. Si la endocrina te niega el tratamiento porque tienes que tener primero un diagnóstico psicológico, pídele que te lo diga por escrito. Si se niega, o graba la conversación con tu teléfono móvil (no hace falta que te escondas ni nada, simplemente saca la grabadora, y no te levantes de la silla hasta que haya dicho «no te voy a recetar nada». Cuanto más violenta se ponga para intentar echarte de la consulta, mejor). Si el endocrino te deriva a la UTIG, pídele que te de una carta escrita con los motivos. Es necesario reunir pruebas materiales de lo que está ocurriendo.

Táctica 3ª. Sería bueno organizar cursos para endocrinos del SAS sobre tratamientos para personas trans. Se trataría simplemente de hacerles conocer la Ley 2/2014 de no discriminación por razón de identidad de género, y de refrescarles la memoria respecto a cuales son los tratamientos más adecuados. Esto podría organizarse desde las Universidades, desde el colegio de médicos, o desde la Junta de Andalucía. También puedes escribir a estas organizaciones proponiendo la organización de dichos seminarios.

Finalmente, siempre te queda la opción de empadronarte en Granada, o de ir adelantando tiempo por lo privado, mientras las ineptas trabajadoras de la UTIG de Málaga intentan decidir si pueden o no pueden darte un tratamiento al que tienes derecho por ley.

Reconozco que no es mucho lo que se puede hacer. Es bastante deprimente ver que, al final, la Ley trans de Andalucía ha acabado teniendo un efecto tan limitado. Sigue siendo mejor que nada, pero es mucho peor de lo que podríamos haber llegado a conseguir.

Deja un comentario

Archivado bajo Uncategorized

El 20%-80% en menores trans

Como se ve, llevo bastante tiempo sin publicar por aquí,y siempre me digo que es por falta de tiempo, cuando acabo de darme cuenta de que en realidad hay otra causa: muchas veces prefiero publicar en Facebook pensamientos que son cortos, pero medianamente largos.

Facebook tiene una gran ventaja sobre los blogs: no necesita hablar del contexto en que se produce un comentario, porque la gente que lo va a leer forma parte de tu red social (yo no hago publicaciones en modo público en Facebook) y en cierto modo se mueve en el mismo entorno virtual que tú, por lo que no es necesario explicarles de qué va la película. Por otra parte, Facebook tiene una gran desventaja: es comunicación de consumo rápido. Lo que escribes va a desaparecer en cuestión de horas entre la maraña de información y videos de gatitos. Además, una vez publicado lo que sea aquí, nada me impide compartirlo en Facebook y otras redes sociales.

Me he propuesto intentar retomar el blog escribiendo esas ideas cortas, pero un poco largas que últimamente cuelgo en Facebook.

A lo que iba. Hace unos días, el País publicó un artículo sobre transexualidad infantil, desde una perspectiva anticuada y altamente patologizante, en el que se pretende justificar no hacer caso a la necesidad de las criaturas que dicen que no están de acuerdo con el sexo que se les asignó al nacer, porque podrían cambiar de opinión más tarde. En respuesta a este artículo, Joserra Landa, de Chrysallis, ha escrito otro: no se trata de tener razón, sino de usarla. Lo bueno de que exista Chrysallis es que en realidad ya no es necesario que yo escriba, porque ya escriben ellos por mí.

No hay nada que objetar al artículo escrito por Joserra (si no lo has leido aún, te recomiendo que lo leas) pero sí me gustaría hacer una matización sobre el famoso dato de que el 80% de los menores «variantes de género» terminan por aceptar como propia la identidad de género que se les asignó al nacer.

El estudio existe. Se trata de una investigación realizada en Reino Unido hace unos años, y fue una de las primeras que se hicieron al respecto. Yo la he leído, pero por más que ahora la he estado buscando, no he conseguido dar con ella.

En esta investigación se tomaba a un grupo de menores de edad con un comportamiento de género no normativo, y que, además, habían sido llevado por sus padres a un psicólogo con la intención de que este diseñe un plan de acción para prevenir posibles problemas en los niños. Por ejemplo ¿a tu hijo le gusta jugar con muñecas y vestirse de drag queen? ¿Tu niña es una marimacho que quiere hacer pipí de pie? Pues los llevas corriendo al psicólogo para ver qué pasa. La idea es que el psicólogo arregle en los niños un problema que sólo existe en la mente de los padres y otros adultos a su alrededor.

Pues bien, a todos esos menores de rol de género no normativo se les etiquetó como «variantes de género». Sin embargo, de todas estas criaturas, sólo un 20% había enunciado explícitamente su disconformidad con el género asignado al nacer y el deseo de ser reconocidos como de otro género (lo que en la vida real se traduce como «¡Mamá, no me hagas coletas, que yo soy un niño!», porque los niños no saben todas estas palabras esdrújulas y rimbombantes que he usado anteriormente).

A los niños se les dio acompañamiento y seguimiento durante un periodo de tiempo prolongado, y el resultado del estudio es que, al llegar a los 16 años, el 80% de ellos decidió que no quería cambiar de sexo. Desde entonces este dato se viene usando como justificación para negar a los menores de edad trans el derecho al libre desarrollo de su personalidad (traducido al lenguaje de la vida real: «es mejor que no hacerle caso y ver cómo evoluciona, porque para el 80% de estos niños es sólo una fase pasajera»).

Así que tenemos un grupo de menores de características diversas, de los cuales el 20% manifiesta que no está de acuerdo con el sexo que se le ha asignado. Años después, de este grupo, el 80% de los menores manifiesta que está de acuerdo con el sexo que se les ha asignado, y se les usa como excusa para reprimir el desarrollo del otro 20%.

Sin embargo, si cogemos el mismo estudio y decimos que un 20% de los menores etiquetados como «variantes de género» manifestaron estar en desacuerdo con la identidad de género asignada, y al cabo de los años, el 20% de este grupo continuaba manteniendo la misma opinión, la perspectiva cambia radicalmente. Resulta que el 100% de los menores «variantes de género» tenía muy clara su identidad de género desde el principio. El 20% de ellxs eran trans, y el 80% no lo era, y ninguno de ellos cambió su opinión a lo largo de los años.

Es una mierda que los estudios científicos a veces no den los resultados que queríamos, pero es no justifica que se manipule la interpretación de los resultados para que al final las cosas parezcan lo que no son, especialmente con el objetivo de reprimir el desarrollo infantil.

4 comentarios

Archivado bajo Uncategorized

Adios Griselda (DEP)

No conocí a Griselda, pero me caía bien. Era una de los cientos de «amigos» que tengo en Facebook (desde noviembre de 2013) con los que no mantenía contacto, con quienes no crucé más de dos frases. Pero a veces leía sus estado en mi muro, y recuerdo haber entrado en su perfil a ver las fotos que se hacía con sus amigas. Me gustaba mirar sus fotos, porque tenía un rostro paciente, sabio y melancólico. Parecía alguien que había recorrido un camino muy largo para poder ser feliz.

Ya no voy a poder conocerla, porque se suicidó el día 20, o el día 19 de este mes. No estoy seguro. Me he enterado a través de una amiga que nos conocía a ambos y nos tenía a los dos en Facebook. Esta fue su última nota. Creo que es una nota de suicidio, aunque supongo que nadie lo pensó en un primer momento. Es una nota atípica, supongo, pero… ¿Deben tener las notas de suicidio algún formato concreto? ¿Qué debería escribir una persona que está preparada para matarse a si misma?

Me voy a maquillar. Me pondré lo mas linda que pueda, y como dices tu…tan solo para volver a caminar como lo hice tantas veces en mi vida, de la sala al baño. No habra llamados de despedida, ya no quiero que venga nadie a lo que fue mi vida. Hoy llegaran todos muy tarde a mis viejos Charlie Privee. Que paradógico !… es lunes … no hay lunes en Charlie sin Griselda !. Son como domingos… entonces habrá domingos para el recuerdo de una amiga ? Mi vida se habia convertido en tus webs, les di todo el amor a los usuarios de www.somoscd.es y de www.somosliberales.es...era gente que me queria muchisimo como moderadora y yo lo hacia por ellos…lo hacia tambien por vos… que tonta !… me has puesto en silla de ruedas para que desde alii me pudiera explicar… pero yo te miraba a ti … pero es que alli estabas tu, muy luminosa… me deslumbrabas ! Mi vida fue conocerte a vos ! Eras mi norte ! Te he querido mucho ! … es que me hicisteis mujer… aunque …sin tampones. A tu lado aprendi muchisimas cosas .. y asi tambien las perdi de un momento al otro.. Me diverti tambien… y tambien aprendi a llorar ! Se apagó la risa fresca y el ingenio ! Adios P.B.Z… o quien fueres !

Ya sabía que era de Argentina, vivía en Barcelona, y pasaba serios apuros económicos. Cuando terminó un curso (creo recordar de coaching) abrió una web para personas trans, con la intención de convertirla en un consultorio con el que poder ayudar a otras trans, y de camino sacarse un dinerillo. Dediqué un buen rato a mirar su página web. Creo que la leí entera, al menos, por encima. Recuerdo que entre los primeros textos colgados en la web encontré uno mío sobre Trànsit, pero decidí no decirle nada. Para empezar, seguramente pensó que el texto era un texto oficial redactado por Trànsit, y en segundo lugar, no quería ser un aguafiestas que le chafara la ilusión justo cuando empezaba su proyecto. Además ¿no queremos todos que se difundan nuestras ideas? Por desgracia, el proyecto no prosperó. Ganarse la vida como «coach» no es tan fácil como los vendedores de cursos de coaching quieren hacernos creer.

Hoy, mirando su perfil en la red social, he sabido, además, que se ganaba la vida como buenamente podía, en el mundo de los servicios sexuales. Como tantas otras trans que no tienen la suerte que tengo yo, de ser parecer cis. A su edad (una edad que no quiso consignar en Facebook).

Además, he visto los mensajes que su «familia» publicaba, culpándola a ella del sufrimiento que ellos tenían. Uno de ellos contenía la fotografía de una cuerda anudada en forma de soga, como una amenaza velada «si sigues así, me voy a suicidar por tu culpa».

¿Usó Griselda una soga para suicidarse? ¿Recogió lo que su «familia» le escupía a la cara, y lo utilizó de la mejor manera que supo?

He visto los mensajes que su «familia» ha publicado después, recordándola en masculino, declamando a gritos cuanto echan de menos al hermano, al padre o al abuelo que se fue. Añadiendo por lo bajini que «esa» no era su verdadero ser, y que ojalá no se hubiese visto poseído por toda esa locura que le había hecho cambiar y alejarse. Poniendo fotos antiguas de ella, cuando todavía se escondía y fingía ser el hombre que se le había asignado ser. Clavando los clavos de la tapa del ataúd que esa misma «familia» construyó.

Lo pongo entre comillas, porque la familia de verdad no te empuja al suicidio. No trata de obligarte a ser una persona que no quieres. Te ayuda a ser la mejor persona que puedes ser. Te ayuda a ser feliz, y son felices viendo que tú lo eres. No te exige que seas infeliz para hacerles felices a ellos.

La familia no es una cuestión de sangre, ni del dinero que se ha invertido en criar a alguien. Es una cuestión de amor.

La otra familia de Griselda, sí que la quería como era. Lo sé porque a ellas sí las conozco. Es una familia fuerte, unida por el odio y la soledad que otras personas han puesto sobre ellas. Es una familia en la que los miembros se apoyan mutuamente. Si una hace una llamada de auxilio, diciendo que ya no tiene fuerza para seguir viviendo, para levantarse a luchar mañana por un par de billetes de colores que le permitan pagar la factura de la luz, o para encender la luz y hacer desaparecer las tinieblas de la soledad, todas acuden a apoyarla con lo poco que tienen. Si Griselda hubiese hecho una sola llamada, si hubiese escrito una nota más clara, posiblemente habría visto el siguiente amanecer. Pero ya no debía quedarle fuerza.

Ahora ya puedes descansar.

griselda

Foto: Enzo Monzón

P.D. No sé de quién es la fotografía que acompaña esta entrada. No sé si tiene copyright, o está compartida bajo licencia CC, pero espero que al autor con le importe que la use. Si eres el o la autora de esta foto y quieres que incluya tu nombre, o que  la retire, por favor, ponte en contacto conmigo.

8 comentarios

Archivado bajo Uncategorized

Recuerdo de las personas trans asesinadas – 2014

El 20 de noviembre es el TDOR (transgender day of remembrance). En este día, las personas trans vivas recordamos a las personas trans que han sido asesinadas por el mero motivo de ser trans.

Según la última actualización del Observatorio de Personas Trans Asesinadas (TMM, por sus siglas en inglés), este año han sido asesinadas al menos 226 personas trans en todo el mundo. Los datos arrojados por el estudio preliminar del recientemente creado TVTP (Trans Violence Tracking Portal), son aún más escalofriantes: este estudio ha encontrado informe de 268 asesinatos, 77 casos de violencia física, 6 suicidios, instances of direct physical violence,  6 suicides, 4 muertes por inyecciones de silicona, y 3 desapariciones de personas trans. El estudio se encuentra en fase de desarrollo, por lo que es posible que en futuras actualizaciones estas cifras se amplíen.

Cada 32 horas se informa del asesinato de una mujer transexual. Lo que es peor,  hay muchos asesinatos que nunca son denunciados y de los que no se informa, como casi ocurrió en el caso de la compañera asesinada en Logroño durante este año, cuyo caso no apareció más que marginalmente en los periódicos, y jamás fue denunciado públicamente por las activistas de Cataluña que recibieron la noticia por parte de los familiares de la víctima. Finalmente lo denuncié yo, gracias a que me enteré de milagro por el muro de Facebook que una amiga que conocía a las activistas en cuestión (o que era amiga de una amiga de ellas) ¿Cuántos más como este se habrán pasado por alto?

Los motivos por los que la información queda oculta pueden ser muchos. Es tristemente frecuente que muchos medios de comunicación ni siquiera consideren relevante el asesinato de una mujer transexual, por estar insertos en una sociedad que considera que es lo que se merecen (esto ocurrirá, lógicamente, en los países en los que más asesinatos se dan). En otros casos, los periódicos informan del asesinato simplemente como «un hombre asesinado», o, como mucho, con pincelada en algún lugar, como al desaire «salía a la calle vestido de mujer». Ese fue el caso de nuestra hermana de Logroño. Si la información se publica en un idioma desconocido para los investigadores, y no existen colectivos que den información sobre la cuestión, o no se publica en medios online, será como si no existiese a efectos de estos estudios.

Estas son las razones que frecuentemente se aducen, pero lo ocurrido en España (la ocultación de los datos por parte de activistas), junto con la reducción drástica del número de asesinatos en muchos países, respecto a los datos de años anteriores, me hace pensar que se está produciendo una «limpieza de cara» desde las propias organizaciones trans relacionadas con las instituciones en los Gobiernos. Porque da muy mala imagen tener muchos asesinatos de personas trans. Italia ha pasado de ser el país con más asesinatos en Europa (tantos como Turquía), a no tener ninguno. Por otra parte la reducción de asesinatos observada en Turkía podría deberse a un impacto positivo de las campañas de concienciación realizadas por los grupos activistas locales y europeos, o podría deberse a que las activistas que informaban de los asesinatos han dejado de hacerlo, por falta de medios para continuar con sus actividades, por cansancio, o por miedo de ser asesinadas ellas mismas.

¿Podemos ser optimistas? 9 asesinatos menos en México, 6 asesinatos menos en los EE.UU, y 12 asesinatos menos en todo el mundo, a pesar del dramático incremento de muertes en Brasil, que ha pasado de 95 el año pasado, a 113 ¿Es realidad, o es que ha bajado la calidad de la investigación? La diferencia entre los datos obtenidos por TvT y los del TVTP apunta más hacia la desidia que hacia el optimismo, aunque también podría ser que los investigadores de TVTP no sean tan rigurosos a la hora de contrastar sus fuentes como son los alemanes de TvT.

Habrá que esperar para dar respuesta a estas preguntas. Mientras tanto, si en tu ciudad no se ha organizado ninguna vigilia para recordar a las personas trans que han sido asesinadas o víctimas de alguna clase de violencia transfóbica a lo largo de este año, te invito a que te unas a mi vigilia particular. Descárgate la lista de personas trans asesinadas de este año y leela. Conoce quienes fueron, cuantos años tenían y cómo murieron, hasta conseguir que sus vidas malogradas dejen una pequeña huella en tu corazón.

Mañana podrás seguir con tu vida, pero hoy es el día del recuerdo de las personas trans.

Deja un comentario

Archivado bajo Uncategorized

El tiempo pasa muy rápido cuando eres feliz

Hace meses que no actualizo el blog, pero no es que tenga pocas cosas que contar. Mi vida sigue, y como inmigrante trans tengo muchas anécdotas. Sin embargo, por encima de todo, ocurre que soy feliz y los días se van pasando tan rápido que parecen horas, casi minutos.

Parece que fue ayer cuando me trasladé a mi primer piso alquilado en este país. Con mi primer sueldo (correspondiente a una semana de 60 horas trabajando), y la ayuda de mi hermana que me prestó dinero, pude pagar el depósito y el primer mes de una habitación en un piso compartido, un poco viejo, pero acogedor. Después de un mes y medio sin tener un lugar que pudiera llamar mío, rodando por sofás camas, sofás a secas y colchones de mi familia y amigos por aquí (sin ellos, todo esto habría sido muy difícil, con ellos, ha sido un paseo). Para celebrarlo, me fui a la pescadería y compré salmón escocés, y luego a la verdulería y compré salsa holandesa y espárragos verdes españoles. También compré una coca-cola. Aquel plato de comida debía tener unas £6.

Mi primera comida cocinada por mi mismo desde enero.

Mi primera comida cocinada por mi mismo desde enero.

Cuando terminé de cocinar, y lo puse sobre la mesa, casi me echo a llorar. Por primera vez en años, tenía un plato de comida que había podido pagar sin preguntarme cómo afectaría eso al pago de mis otras facturas (teléfono, universidad, sello de autónomos, declaración trimestral del IRPF, seguro del coche), o si comer pescado azul terminaría por producir, a corto plazo, un descubierto en mi cuenta del banco. Lo más importante de todo, sabía que a partir de ese momento, ya siempre tendría dinero para poner comida en el plato, porque en este país, nadie vive en la calle si no quiere.

Es difícil de explicar el alivio que sentí. Porque es cierto que uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde, y lo que yo tenía era mucha pobreza y mucha necesidad. En España he pasado hambre y frío, principalmente porque el 80% de mis ingresos se iba en pagar impuestos, y porque a las personas de mi entorno les pasaba igual ¿Quién va a ir a comprar, si tiene que entregar todo su dinero al estado? ¿Cómo van a funcionar los negocios en España, en semejantes condiciones?

Desde entonces, he podido dormir bien todas las noches, sabiendo que siempre iba a tener dinero suficiente para pagar las facturas del mes siguiente. Salvo momentos puntuales en los que se me han juntado varios pagos importantes al mismo tiempo, nunca he tenido dudas sobre si iba a llegar a poder pagarlo todo.

Del anterior inquilino de mi habitación, que era italiano, heredé un tarro de café de buena calidad. Café de verdad, no el triste café soluble que todo el mundo bebe aquí. Así que me compré una cafetera, de las normales de toda la vida, de las que les echas agua, café en el filtro, las pones al fuego y esperas que suba. Me costó 6 libras, y aumentó mi calidad de vida hasta límites estratosféricos.

Un día, volviendo del trabajo, de repente hacía sol. Me paré en una cafetería y pedí un café y un trozo de bizcocho de limón. Me lo llevé todo a la terraza y allí me quedé, viendo a la gente pasar de un lado para otro, mientras yo sólo tomaba el sol… Entonces descubrí que era la primera vez en años, en muchos años, que no tenía absolutamente nada de lo que preocuparme. Después de ese día, he tenido muchos más días así.

Disfrutaba simplemente yendo y viniendo a la tienda, atravesando el parque the Meadows bajo un pasillo de cerezos en flor, caminando a través del centro histórico de una de las ciudades más bonitas de Europa hasta llegar al trabajo. Un trabajo en el que los clientes no me trataban mal, y donde ganaba un salario digno que me daba para vivir en una situación que, comparada con mi situación en España, dos meses antes, era de auténtico lujo.

Sólo faltaba que K. estuviera aquí, pero no llegó hasta el mes de julio, cuando las flores del cerezo ya habían desaparecido, y los parques ya no estaban llenos de árboles rosas, blancos y fucsias. Pero vimos otras cosas. Fuimos a la playa, al jardín botánico, a Glasgow, a Londres, comimos crêpes y vimos shows en el Fringe Festival. Yo podría haber dedicado un tiempo a pasarme por aquí a contarlo todo, pero estaba demasiado ocupado siendo feliz con ella, y sabiendo que al empezar el curso se volvería a marchar.

En el mes de agosto, decidí que no estaba de acuerdo con la política de personal de mi empresa, que parecía consistir en despedir a la gente por cualquier idiotez, así que empecé a buscar trabajo. Después de echar cuatro currículums, me llamaron para una entrevista, y no necesité más. No empleé en buscar otro puesto de trabajo más de 30 horas en total.

Ahora trabajo en un hospital, haciendo de camarero. Me paso el día entregando desayunos, almuerzos y cenas, tomando pedidos, y llevando te. Litros y litros de te para todos los pacientes. Me dijeron que iba a cobrar a 6,50 libras la hora (el salario mínimo hasta el mes de octubre era 6,31, que era lo que yo cobraba en la tienda), pero justo en ese momento el salario mínimo subió a 6,50 para todo el mundo. Yo, que estaba muy contento porque al cambiar de trabajo iba a ganar más, me quedé un poco chafado ¡Me quedaba igual! Cuál no sería mi sorpresa al recibir mi primera nómina y comprobar que mi empresa ha decidido subirme el sueldo sin avisar. Igualito que en España.

Me dio pena cambiar de trabajo, porque en el que tenía antes me sentía muy cómodo. Conocía perfectamente todo lo que tenía que hacer, y después de haber pasado el mes de agosto allí, ya podía decir que era un auténtico veterano. Mi jefa me apreciaba, y los otros compañeros son una gente genial. El trabajo, con los turistas, era muy divertido… pero también muy pocas horas, y en una empresa con jefes indios, lo cual no es muy bueno para una persona trans que no está en el armario. Si ellos hubiesen sabido que soy trans, no sé si me habrían contratado, o si me habrían llegado a despedir, pero sea como sea, decidí no quedarme en la empresa durante el tiempo necesario para comprobarlo.

Ahora en mi nueva empresa me siento seguro. Tengo un contrato permanente y a tiempo completo, lo que significa que puedo hacer cosas como pedir préstamos o acceder a alquileres que no están disponibles para los inmigrantes que acaban de llegar (a los caseros no les gusta arriesgarse a que no les paguen). Siento que he salido del mundo de los migrantes para entrar en el de la gente de aquí. Aunque mi puesto no es que sea muy importante, todos mis compañeros de trabajo son escoceses (hay muy pocos inmigrantes en la empresa, quizá un 5% o menos, y estamos en todos los puestos de trabajo, no sólo en las categorías más bajas), y algunas personas llevan años trabajando en lo mismo. Mi compañera más veterana ha estado ahí durante 16 años, haciendo siempre exactamente lo mismo. Eso significa que es un buen lugar para trabajar.

Nunca me imaginé trabajando en un hospital. En un hotel, sí, pero en un hospital, ni se me había pasado por la cabeza. Sin embargo, ahí estoy, tratando de poner mi granito de arena en el mundo sanitario. Además, parece que lo estoy haciendo bien: desde el primer día, los pacientes les dicen a las enfermeras que están contentos conmigo, y las enfermeras me lo dicen a mí.

Estoy aprendiendo inglés de Escocia, y mejorando mi inglés en general. Ya sigo la mayor parte de las conversaciones que mis compañeros tienen entre si (al principio no entendía ni papa), y consigo hacerme entender, más o menos. Curiosamente, con los pacientes siempre he tenido buena comunicación, aunque reconozco que a veces me he limitado a sonreír y asentir con la cabeza diciendo “¡Que bien!” o “¡Qué terrible!”, dependiendo de si me parecía que estaban diciendo cosas felices o cosas tristes (tengo tres nietos – ¡Qué bien! – pero viven a cuatro horas de aquí y no pueden venir a vermen – ¡Qué terrible!), y esperando que no se note mucho que no entiendo ni papa de lo que me han dicho.

Los días se me pasan muy rápido. De repente me doy cuenta de que ya llevo más de siete meses en el país (seis meses en Edimburgo) y aún no he vuelto a España, pero no tengo morriña. Me he acostumbrado a comer sándwiches de esos que ya vienen hechos, a salir a pasear por los parques verdes llenos de animales (conejos, ardillas, patos y algún cisne, además de pájaros, principalmente, pero desde que me mudé de piso, también he visto varios zorros), y llevarme mi termo de café caliente para beberlo al sol. Se lo que son la mayoría de las comidas que hay en el supermercado, conozco las rutas y los precios de los autobuses, y maldigo las Council Taxes como un británico más. Cuando mis compañeros de trabajo me preguntan que si me planteo volver a casa, les digo que mi casa está aquí.

2 comentarios

Archivado bajo Uncategorized

Se registra la ley trans de Andalucía.

Como viene siendo habitual desde que me matriculé para estudiar derecho en la UNED, después de la navidad viene la época en la que desaparezco para preparar los exámenes de febrero que, además, este año los han puesto más temprano que nunca, y ya no son exámenes “de febrero” sino que los hacemos más bien en enero. De hecho, la semana que viene tengo el primero. Además, otros años, en lugar de examinarme de todas las asignaturas (recordemos que en realidad no me matriculo del curso completo)  he decidido dejarme una asignatura para septiembre. Sin embargo, parece que me voy haciendo viejo y necesito descansar un poco más, así que este año he decidido esforzarme por tener algo más de tiempo libre y voy a intentar aprobarlas todas en febrero y junio… lo que significa que esta evaluación tendré que esforzarme en sacar una asignatura más que otros años.

Todo esto significa que no tengo mucho tiempo para publicar por aquí, aunque estoy haciendo lo posible para publicar una entrada semanal en el blog de la.trans.tienda (publico los martes). El contenido de ese blog es menos personal que lo que escribo por aquí, pero pienso que aún así puede resultar interesante, así que para quienes os gustaría tener noticias mías con más frecuencia, os invito a daros una vuelta por allí. En ocasiones, siento tentaciones de publicar por duplicado, y a veces, incluso “caigo en la tentación”, pero lo normal es que cada blog tenga sus propios contenidos. Por otra parte, para quienes os gusta recibir las entradas nuevas en vuestros e-mails, el blog de la transtienda no tiene servicio de envío automático, aunque aproximadamente una vez al mes yo envío un e-mail “recapitulador” de las novedades de la web, que suele incluir las novedades del blog. Si te interesa, puedes suscribirte desde este formulario.

Dicho esto, vamos a lo que vamos.

El jueves pasado se registró (por fin) la proposición de ley integral de no discriminación por razón de identidad de género y transexualidad para Andalucía, y eso se merece que deje de estudiar un ratito para contarlo.

No voy a hablar del proceso que nos ha llevado hasta aquí. No puedo. No es por miedo a lo que pueda pasar si toda la mierda que he visto sale a la luz (aunque seguro que sería algo así como poner la mierda delante de un ventilador), sino porque ha sido indescriptiblemente horroroso. El motivo por el que he bajado el ritmo de posteo es, en parte, que me siento incapaz de hablar de las cosas de las que realmente quisiera hablar, y en parte, que siento que es mejor que esas cosas se queden dentro de mí y no vayan más allá de donde han ido.

La cuestión es que después de este viaje terrible, que ojalá nunca tenga que repetir, por fin tenemos un texto registrado. El registro se realizó el jueves día 17 de enero, y aunque estuve invitado a ir, no tuve la oportunidad de hacerlo por falta de dinero, y también porque justo ese día tenía un exámen (y el día de antes, tuve dos exámenes). Aun así, este ha sido un momento emocionante para mí ¡Nos ha costado tanto trabajo llegar!

Este texto ha sido fruto del diálogo y la negociación entre los colectivos trans de Andalucía (incluyendo a la asociación de madres y padres de menores de edad trans, que hablan por sus criaturas), y los grupos políticos PSOE e IU. Pero, además, el debate ha saltado de la mesa de negociación a organizaciones GLTB de toda España. Hay muchos recelos. Muchas personas vaticinan que esta ley nunca llegará a llevarse a la práctica, porque es imposible que a las personas trans se nos trate de la misma manera que a las personas cis (esta opinión la escucho, sorprendentemente en la boca de personas que se adhieren a los movimientos trans “alternativos”, feministas y no binarios). Otras personas (generalmente relacionadas con la FELGTB) vaticinan que con esta ley se perderán todos los derechos ganados en el pasado. Como viene ocurriendo desde que empecé a realizar acciones políticas, sé que muchas personas están preparadas para abrir las botellas de champán cuando esto salga mal, y así poder demostrar al mundo que sólo ellas saben hacer las cosas, mientras se mantienen en silencio, no vaya a ser que salga bien y queden en evidencia. Si sale bien, ya harán lo posible para colgarse la medalla ellas.

Sin embargo, también hay muchos apoyos, muchas miradas, muchas esperanzas, puestas sobre esta ley. Todos los meses varias personas me escriben preguntando “¿Ya se ha aprobado la ley? ¿Puedo escapar ya de las garras de la UTIG?” Las personas trans de toda España estamos preparadas para ser libres, incluso a pesar del horror de los agoreros que abrazan con temor sus cadenas.

Mi valoración de la propuesta que al final ha entrado en el parlamento es positiva, pero con reparos. Pienso que puede ser una buena ley. Cuando me siento optimista, creo que en el futuro podré estar orgulloso de haber contribuido a ella, y que daré por bien empleado este año horrible.

Sin embargo, cuando me siento pesimista, tengo dudas. De hecho, tengo una sola duda, y está relacionada con la eficacia de la ley. Se prevé una documentación acreditativa de la identidad, y ya hay gente que está empezando a hablar de una “tarjeta”, como si las personas trans necesitásemos llevar una especie de DNI secundario que nos identifique. Tal tarjeta podría ser la excusa para hacer ineficaz esta ley ¿Cuánto tiempo puede pasar para que la Administración Andaluza estableciese como se generaría ese documento y qué efectos tendría? ¿Es posible que la Administración dote de una tarjeta identificativa con carácter general a los ciudadanos? ¿Quedaría condicionada toda la eficacia de la ley a la emisión de esa tarjeta, convirtiendo esta ley en papel mojado, como ha ocurrido con la Ley del País Vasco?

En realidad, nuestra intención al hablar de documentación acreditativa, nunca fue la de que se nos diese una tarjeta, ni nada similar. Lo único que necesitamos es un documento que llevar ante la administración, para que cada administración realice el reconocimiento de la identidad de género. Podría ser muy bien una resolución administrativa, expedida en un simple folio, que pusiera “Fulanx de Copas, con sexo x, y número de DNI xxxxx, manifiesta ante la Administración de la Comunidad Autónoma de Andalucía que esa es su identidad, quedando obligada dicha administración a la modificación de cuantos documentos relativos a esa persona sean necesarios para realizar el reconocimiento legal de dicha identidad, tal y como se establece en la Ley x/2014 integral de no discriminación por razón de identidad de género y transexualidad”. Con ese documento, una persona podría ir a su centro de salud y gestionar el cambio de nombre en la tarjeta sanitaria, matricularse en cualquier centro de estudios o universidad y obtener un carnet de estudiante con su nombre, hacerse el carnet de la biblioteca, etc.

Se trata de una cuestión muy sencilla, muy fácil de llevar a cabo, y que no debería representar ningún problema en su ejecución. Sin embargo, me doy cuenta de que en las mentes de la mayoría de las personas sigue fija, como grabada a fuego, la idea de que somos “hombres que quieren ser mujeres, y eso requiere un tratamiento especial y muy complicado ya que es una cosa extrañísima que es difícil de manejar”.

La realidad es que somos hombres que quieren ser hombres, y mujeres que quieren ser mujeres, y a los que se nos está denegando la posibilidad de obtener una documentación adecuada. No necesitamos una documentación especial, un carnet distinto ni que, como me comentaba una amiga hace poco, nos cosan una estrella de David en el abrigo. Únicamente necesitamos que nos den los mismos carnets que a los demás, con nuestro nombre escrito, igual que a los demás, y ya está. No debería ser difícil, y, sin embargo, temo que esta pueda ser la última batalla donde perdamos esta guerra tan penosa.

Deja un comentario

Archivado bajo Uncategorized

Ser trans y ser pionero.

Ser pionero cuando eres trans es sumamente fácil. Últimamente he sabido de varias personas que eran las primeras en algo, valga como ejemplo la primera mujer transexual musulmana. Sin ir más lejos, a mí me dijeron que era el primer estudiante trans de la UNED, pero se me ocurren más ejemplos, entre los cuales uno de los más sonados es «el primer hombre embarazado», un tópico que se repite una y otra vez en distintos países.

No obstante, estos pioneros, no suelen serlo nunca. Yo no fui el primer estudiante trans de la UNED (y probablemente ni siquiera fuera el primero en pedir que se reconociera mi identidad), igual que Thomas Beatie no fue el primer hombre transexual embarazado (los ha habido por decenas, quizá cientos o incluso miles, antes que él), ni esta señora es la primera mujer transexual musulmana (Irán está lleno de ellas, pero también las hay en Gran Bretaña, donde vive ella).

«No hay foros para hablar sobre transexualidad», me dice mucha gente «voy a crear uno». Así se añade un foro o grupo más a los cientos de foros y grupos que ya hay sobre el tema, y vuelve a ser el primero. De esta forma, la rueda de la transexualidad se reinventa una y otra vez cada seis meses más o menos. De esta forma, no existe una memoria transexual, el pasado desaparece.

La perpetua novedad de lo transexual es la excusa perfecta para que las instituciones no lleven a cabo el reconocimiento de género de las personas trans. Como es algo tan «novedoso» no ha habido tiempo de que la sociedad se adapte (se ha llegado a plantear la hipótesis de que el jurista romano Gayo fuese una mujer, es decir que podemos estar hablando de un antecedente de hace tan sólo 1900 años), y por tanto es completamente normal que a los estudiantes trans se les obligue a asumir la identidad asignada al nacer «hasta que no se arreglen las cosas».

Igualmente, llama la atención lo poco que dura en nuestra memoria «la novedad trans». Si pongo en Google «el primer transexual», o «el primer transexual que», me salen sólo noticias sobre el primer transexual de esta semana (casualmente, toca uno de los que han dado a luz, esta vez, en Alemania).

Un amigo me pasó este artículo que afirma que la transexualidad se da el doble en el ejército que en la sociedad en general. Después de presentar una serie de datos contradictorios, basados en suposiciones (es decir «inventados»), el artículo señala que «Junto con España, que cambió la normativa en 2009 durante el mandato de Carme Chacón en Defensa, ya son 10 los países que permiten transexuales en sus Fuerzas Armadas: Australia, Bélgica, Canadá, República Checa, Israel, Países Bajos, Suecia, Tailandia y el Reino Unido». Así que resulta que en España debemos darle las gracias a Carme Chacón. No a Aitor, un hombre transexual al que se le impidió el acceso al ejército por no tener pene (cuando por fin se cambió la normativa, él ya superaba la edad máxima para presentarse, y aunque se le concedió una oportunidad extraordinaria, suspendió el exámen y ya no pudo volver a probar, cosa que sí habría podido hacer de no haber existido ese impedimento cuando lo intentó por primera vez). Así, los logros de las personas trans se convierten en cosas que «estaban ahí».

La transexualidad no tiene pasado, y no tiene futuro. Muchas de las «iniciativas pioneras» se mueren al cabo de tan sólo unos meses de vida. Es lógico: cuando estás inventando algo, el riesgo de fracasar es mayor. Durante el brevísimo presente, las iniciativas pioneras trans pasan completamente desapercibidas. Sólo las conocen en su casa (el que las hace y dos o tres más), pero no importa, porque somos la ostia en barca. Somos los primeros, así que es normal que sea duro. Ya nos haremos más conocidos.

No nos preguntamos por qué, si las personas que no están conformes con el género asignado por otros hemos existido en todos los tiempos de la humanidad, y en todos los lugares, somos los primeros. Por qué estamos «revolucionando» y «rompiendo». Por qué no tenemos referentes. Por qué es tan fácil ser pioneros. No nos lo preguntamos, porque es más fácil pensar que estamos haciendo algo que nadie ha hecho, que pensar que seguramente no somos tan originales y que es probable que otros lo intentaran antes. Que es probable que no seamos más listos que esos otros que lo intentaron antes, y que deberíamos saber por qué ellos desaparecieron, para evitar que nos pase lo mismo.

No nos molestamos en saber quienes estuvieron delante, investigar su trabajo y aprender de sus fallos, porque es mejor pensar que somos pioneros, que sabemos más y que, naturalmente, lo haremos mejor. En realidad, les despreciamos un poco. Somos los pioneros. No necesitamos referentes, sino que seremos el referente. Hasta que llegue alguien detrás, dentro de unos 6 meses aproximadamente, que sea el pionero. La primera persona trans que…

7 comentarios

Archivado bajo Reflexiones, Uncategorized

Dos avisos rápidos

Hoy tocan dos avisos rápidos, porque parece que en septiembre es la época de los cambios.

1) Alba, del foro de somoscd.ning, no se me olvidó responderte, es que el día que iba a hacerlo descubrí que ning se ha vuelto de pago (debió ser ese día, o un par de días antes), y no tengo otra dirección a la que escribirte, así que si estás leyendo esto, hazme el favor de escribirme a la dirección que voy a dejar a continuación.

2) Los simpaticos señores de Microsoft no me dejan entrar en mi cuenta de correo de hotmail hasta dentro de un mes. Dicen que es «por seguridad». Así que ha llegado el momento de decirles adios. Si me has escrito a kagu-kun(at)hotmail punto es y no te he respondido, puede que sea por este motivo. Por favor, vuelve a escribirme a recibomicorreo (at) gmail punto com.

 

Deja un comentario

Archivado bajo Uncategorized

Mastectomía bilateral (y IV)

Empiezo contando que ya estoy de alta. La parte buena es que… bueno, que ya estoy de alta, o sea, que estoy bien para trabajar y eso (aunque todavía con leves molestias, pero eso sólo se quita cuando se empieza a hacer vida cotidiana, es una fase que hay que pasar en la mayoría de las cirugías). La parte mala es que tengo menos tiempo para escribir (además, ya mismo empiezan los exámenes de la universidad…). Me faltaba hablar del postoperatorio… Cuando me desperté de la operación tenía una vía en la mano, que me introducía suero (la misma vía a través de la que me pusieron la anestesia), dos drenajes, uno en cada herida, para que fuese saliendo la sangre, y un dolor de garganta importante que era la combinación del incipiente resfriado y la intubación para la anestesia. No me dolía nada más. Me encontraba bien, no tenía esa molesta sensación de resaca que he tenido otras veces al despertar de la antesia… todo estupendo. Unas horas más tarde me dejaron beber una manzanilla que me sentó estupendamente (el otro chico, en cambio, se encontraba un poquito peor que yo y la vomitó… son cosas que dependen de cada persona). También pude cenar (y por una vez, la comida que me pusieron no era repugnante). A mitad de la tarde llegó uno de los momentos cruciales de cualquier post operatorio: la hora de orinar. Quien no se haya operado todavía con anestesia general, no sabrá que una de las cosas más difíciles del mundo es mear después de una operación. Es uno de los efectos de la anestesia, que además está agravado porque normalmente no estás en condiciones de levantarte de la cama, y tienes que hacerlo en una cuña (un orinal, para entendernos). Hasta el día de hoy, yo no he sido capaz de mear tumbado. Así que cuando ya llevaba como media hora con el cacharro puesto debajo del culo, se hizo evidente que me iba a tener que levantar. Se lo comentamos a la enfermera que vino a llevarse el vaso de la manzanilla, quien nos pidió que mejor no me levantara, pero como me encontraba tan bien, decidimos correr el riesgo por nuestra propia cuenta. Lo “gracioso” de los drenajes es que los llevas colgando, como si fueses un árbol de navidad, y si te levantas de la cama, te los tienes que llevar contigo. Por suerte, mi padre ya es un experto en colocar drenajes en el palito que se usa para sujetar el suero, que, por cierto, también llevaba colgando. Con todos mis complementos a cuestas, y la ayuda de mi madre, conseguí llegar al cuarto de baño, sentarme en el trono y allí, con la ayuda del agua del grifo corriendo, conseguí alcanzar el estado de gracia e iluminación que me permitió vaciar la vegiga por fin. Las dos o tres veces siguientes todavía me costó un poco (y tuve que llevar los “adornos”) pero ya fue menos. Me quitaron los drenajes al día siguiente, ya que casi no estaba sangrando. El momento de quitar los drenajes no es doloroso, pero sí que da un poco de impresión, sobre todo el primero, que no conseguí coordinarme con la enfermera en la respiración. En cambio con el segundo sí lo hice bien, y casi ni lo noté. En cambio, de la vía no pude librarme hasta el dia siguiente, y la vía… duele. La vía era en realidad una especie de grifo pequeñito que se conecta directamente a la vena del dorso de la mano, con una aguja muy larga y gordita. Es incómodo de llevar, y como yo soy muy aprensivo, casi prefería ni mirarlo. A veces pensaba “¿y si por accidente me engancho en las sábanas y se abre el grifo…?” pero nunca he oido de nadie que le pasara algo así, por lo que los pensamientos no iban más allá. Lo peor era que, pasadas las primeras horas, la mayor parte del tiempo no hacía falta ponerme medicamentos, pero cuando me los ponían (antibióticos y calmantes para el dolor)… dolía. Podía elegir entre que el gotero fuese despacio, y fuese una molestia leve, pero prolongada, o que el gotero fuese rápido y me doliese más, durante menos tiempo. Una vez me lo pusieron tan rápido que el dolor se extendía hasta el codo, como una aguja que me atravesase por dentro, pero encontré una manera de poner el brazo que me molestaba menos. Así que cuando el médico me dijo que me lo quitaba, no di saltos, porque no podía. El segundo día me dieron de alta. En teoría tenía que estar 5 días, pero yo me encontraba bien, los médicos decían que todo estaba bien, y ni mis padres ni yo teníamos ganas de estar en el hospital si no era estrictamente necesario. Además, empezaba la semana santa e iban a cerrar esa planta para ahorrar. Durante la primera semana en casa de mis padres, no me podía duchar. Me duchaba yo mismo, pero sólo de cintura para abajo. De cintura para arriba me tenía que lavar mi madre. Al final teníamos ya un arte con el lavado de cabeza en el lavabo que daba gusto. El encargado de hacerme las curas era mi padre. Durante la primera semana llevaba dos algodones liados (como si fuese un caracol) sobre los pezones, y los íbamos empapando de betadine. El médico nos dijo que “ahí, ni tocarlo”. Es la zona más delicada, los “injertos”. Un amigo dice que la cirugía moderna consiste, básicamente, en cortar y pegar tejidos, pero a mí me sigue pareciendo alucinante que se pueda coger un pezón, recortarlo, cambiarlo de sitio, coserlo, y que se pegue. Un injerto, en el sentido totalmente tradicional y campestre de la palabra, igual que se hace con los geranios o los rosales. Después de la primera semana, me quitaron los caracoles de los pezones, y unos puntos de papel que llevaba en los cortes de abajo (no lo he explicado, pero me han hecho dos cortes con forma semicircular, desde debajo de la axila, hasta casi el centro del pecho, de unos 20 centímetros cada uno) por lo que ya podía ver la herida. En cambio, me dejaron todos los demás puntos, aunque ya podía empezar a ducharme (sin frotar, sólo dejar correr el agua por encima). El cada pezón llevaba 14 puntos, y en las heridas de abajo, ni idea, porque son puntos intradérmicos, que se hacen con un hilo transparente que parece hilo de pescar, y que puede ser absorbido por el cuerpo. Otra cosa increible, que se puedan hacer puntos por debajo de la piel. Por arriba tenía dos o tres, pero a penas sobresalían. Los pezones estaban negros, pero como al otro chico que se operó a la vez que yo ya le habían avisado de que estarían así, y que luego iban cambiando de color poco a poco, no me preocupé. Mi padre seguía curándome. Me miraba los pezones y ponía mala cara… y yo no me atrevía a preguntar. Yo tenía que hacer el esfuerzo de recordar que el médico y la enfermera se habían echado a reir cuando les pregunté si no se me caerían (a otro amigo, cuando lo preguntó, el médico le dijo “no te preocupes, que si se te caen, no te dolerá”. Que guasón el tipo… y que mala leche. Era un cirujano de Barcelona, pero se diría de Graná, por la mala follá). Empezaron a caerse trocitos negros, que se quedaban pegados a la venda al quitarla, y mi padre seguía poniendo mala cara, hasta que alrededor del día 13, empezó a poner, por fin, buena cara. Según me explicó después, al principio estaba preocupado porque cuando veía que se desprendía algún trocito, debajo estaba todo negro. Era una piel muerta, que no había agarrado todavía. Pero ese día, se desprendió un trocito y salió una gotita de sangre… es decir, que ya había riego sanguineo, es decir, que el tejido estaba vivo. Desde ese momento, debajo de la piel negra que se caía iban apareciendo retalitos rosados. A esas alturas, los puntos me tenían amargado. Seguramente lo habría pasado mucho mejor si no hubiese cogido un resfriado terrible y no me hubiese pasado esas dos semanas con una tos que parecía que iba a echar los pulmones por la boca. Si ya por si solos, los puntos molestan cada día un poco más, cuando tienes tos, mejor ni hablamos. Por fin, a las dos semanas, me quitaron los puntos de los pezones, y me cortaron las partes externas de las suturas intradérmicas, que se aflojaron y dejaron de molestar. A partir de ese día, ya no sólo podía dejarme caer el agua, sino que incluso podía frotar. Me recomendaron echarme vaselina en los pezones, si quería que las costras se me cayesen más rápido (pero no me eché, porque se cayeron muy rápido solas), aceite de rosa mosqueta sobre las cicatrices, y mucha crema hidratante. Descubrí que la crema hidratante me aliviaba los picores que sentía por debajo de la piel, así que me echaba dos veces al día… una maravilla. La faja me molestaba, pero lo cierto es que me sujetaba bastante la zona, y un mes y medio más tarde, me siento más cómodo todavía con ella que sin nada. Al día siguiente de quitarme los puntos, empecé a ir a caminar con mis padres, que todos los días hacen un paseo de una hora hasta el pueblo de al lado. Antes, no me sentía capaz de ir, ya que tenía que caminar con mucho cuidado, porque el simple golpeteo del cuerpo sobre el suelo hacía que los puntos me tirasen, pero en cuanto estuve “libre de ataduras” pensé que me convenía moverme, aunque fuese un poco. Además, el paseo es muy bonito, y en llano, por lo que resulta fácil de hacer. La diferencia de dolor entre el día antes de empezar a caminar y el siguiente día, fue increíble. No me dolía ni la mitad. Así que, como es lógico, me aficioné a los paseos. En cuestión de tres o cuatro días, ya me encontraba muy bien. A partir de ahí la mejora fue tan rápida, que más que de baja, parecía que estaba de vacaciones. Cuando estaba sólo y hacía buen tiempo, me salía un ratito a la amplia terraza del ático, sin camiseta, y simplemente disfrutaba del sol y el aire mientras miraba el mar (sólo unos minutos, eso sí, que el sol no es nada bueno para las cicatrices). Eso sí, no cogía peso, ni movía los brazos. Fue la principal recomendación que me dieron los médicos. Durante la primera semana, por aquello de no molestar, hice pequeños movimientos, como levantar una silla, coger una botella de dos litros, llena… y como resultado, el pecho se me inflamó. Cuando fui a la primera revisión, el médico me explicó que a causa de la operación el músculo se había quedado suelto, y al moverme, formaba agua que se quedaba debajo de la piel. Así que ¡nada de moverse ni de coger peso! ¡Ni siquiera un poco! A partir de ese momento, tuve todavía más cuidado, pero por culpa del líquido, se me empezaron a formar arruguitas de piel alrededor de los cortes de debajo. Al ponerme las vendas de compresión o la faja, la piel, que estaba suelta, se fruncía de manera casi inevitablemente, y se formaba ese fruncido, que se acentuaba por las estrías que tengo en esa zona. Durante la tercera semana el lado derecho del pecho se me empezó a desinflamar, pero la inflamación del lado izquierdo no terminaba de quitarse… debido a que cuando estudiaba, me sujetaba la cabeza con la mano izquierda, y ese pequeño gesto, me estaba fastidiando. Al bajarse la inflamación, las arrugas del lado derecho se quitaron, y se quedó perfecto, pero la arruga más profunda del lado izquierdo, permanecía. Empezaba a pensar que se quedaría así, hasta que ayer (¡seis semanas después de la operación!) me di cuenta de que la inflamación de esa zona también está bajando y se está quedando también bien ¡Menos mal! En cuanto a las cicatrices… Los pezones, al principio, se me quedaron de dos colores, rosa clarito, y el color normal. Poco a poco el color se va igualando, y en los bordes… ¡No se ve nada! Ni siquiera se ven los típicos agujeritos que dejan los puntos. Debían estar cosidos justo, justo en el borde, o qué se yo… porque no me lo explico. No se ve nada de nada… Las cicatrices de abajo todavía están muy rojas, pero parece que apenas se han ensanchado (las cicatrices, una vez curadas, pueden ensancharse, a veces incluso un centímetro, haciéndose más visibles. Usar la faja durante dos meses reduce el ensanchamiento al mínimo), por lo que es posible que a la larga se vuelvan casi invisibles. Debajo de la axila izquierda sí que se me ha ensanchado un poco (por si alguien se lo está preguntando, soy ambidiestro con preferencia por la diestra, así que uso ambos brazos más o menos por igual). Un mes justo después de la operación, regresé al trabajo, y aunque al principio me cansaba o me resentía de hacer las cosas normales (limpiar, colocar, etc…), cada día he estado mejor que el anterior, y ahora prácticamente ya no tengo más que una ligera molestia de cuando en cuando.

26-01-2012 Antes del tratamiento.

26-01-2012 Antes del tratamiento.

17-03-2013 Tres años de tratamiento con testosterona.

17-03-2013 Tres años de tratamiento con testosterona.

Tres semanas después de la operación.

Tres semanas después de la operación.

6 semanas tras la operación

6 semanas después de la operación

 

 

 

 

 

 

 

Los consejos que daría a alguien que se vaya a operar serían:

  • Los pezones no se caen.
  • No muevas los brazos. En serio, no los muevas.
  • En cuanto te sea posible, ponte mucha crema hidratante por todo el pecho.
  • Lleva la faja durante dos meses, si te es posible.

Estoy muy contento del resultado, y creo que los cirujanos del Carlos Haya no tienen nada que envidiarle a ninguno de los supuestos “mejores cirujanos” de España. El único motivo para operarse por privado es, en mi opinión, no estar dispuesto a esperar los dos años de lista de espera, y no querer pasar por toda la tortura y humillaciones previas en la UTIG (también conocidas como “evaluación psicológica”). Bueno, y tener dinero para pagarse la operación, claro está, aunque ese que no es mi caso.

Deja un comentario

Archivado bajo Médicos, Uncategorized