Una de las mayores estupideces

Una de las mayores estupideces que se oyen por ahí (sin contar las declaraciones de nuestros políticos, contra quienes es inútil competir en el campo de la estupidez) es la expresión «nací en un cuerpo equivocado». Lo peor es que se oye mucho, muchísimo, sobretodo en los médios de comunicación. Es raro no ver un reportaje periodístico sobre transexualidad en que el no haya un párrafo que diga «Fulanitx nació en un cuerpo equivocado«, o en el que una persona trans declare de si mismx que está atrapadx en un cuerpo equivocado. Por ahí hay un reportaje que se llama «Eso no es mi cuerpo». Con todo esto, no es raro que las personas que no son trans también se refieran a las personas trans como que «han nacido en un cuerpo equivocado», y lo hacen con muchísimo respeto y solidaridad.

Claro, uno se levanta por la mañana, es lunes, todavía está de medio resaca, con lo ojos pegados por las legañas, y con un poco de prisa porque se le han pegado las sábanas y llega tarde a la cola del paro (a trabajar ya no va casi nadie), así que, por error, en vez de ponerse su propio cuerpo, se pone otro que no es el suyo, y se da cuenta un buen rato más tarde, cuando ¡horror! ya no se lo puede quitar.

No sé. Pienso que quizá esa idea de «nacer en un cuerpo equivocado» viene de la clásica separación que en nuestra cultura se hace de cuerpo y alma, o cuerpo y mente, como dos entes diferenciados cuya relación no es más que una coincidencia temporal y un tanto molesta. Como si una inteligencia sobrenatural y un poco cabrona se entretuviese en introducir almas inmortales en el interior de cuerpos mortales, pero, eso sí, cada cuerpo-envoltorio conteniendo su etiqueta identificativa de qué clase de alma inmortal lleva dentro. Pero nadie es perfecto, y hasta las inteligencias sobrenaturales se equivocan a veces, por lo que de vez en cuando se introduce un alma inmortal dentro de un cuerpo con la etiqueta erronea. ¡Que disgusto! Es como si uno va al super a comprar yogures de fresa, y cuando los abre, se encuentra con que son de limón. Es un yogur nacido en un envase equivocado. ¡Pobrecito!

No creo que haya una ley sobrenatural según la cual a un cuerpo determinado le corresponda un comportamiento determinado. Sí existen «pantalones de hombre» y «pantalones de mujer», y si me descuido y me voy a la sección de la tienda que no es a la que quería ir, tendré unos «pantalones equivocados». Pero no existe un cuerpo «de mujer» y un cuerpo «de hombre», y que alguien pueda, por error, adquirir un cuerpo equivocado.

Si esto fuese así, los feos deberíamos también protestar y decir que nacimos en un cuerpo equivocado, y que en realidad somos guapos. Los ciegos nacieron en un cuerpo equivocado, porque su mente es de videntes. Las personas muy altas, que están hartas de que todo el mundo les mire y desearían pasar desapercibidas, pueden afirmar que nacieron en un cuerpo equivocado, y que en realidad deberían medir 1,70m. Alguien está cometiendo demasiado errores.

No, a un cuerpo X no le viene aparejado un comportamiento X, ni una sensibilidad X, ni una forma de pensar X. Según eso, todas las personas que midiesen más de 1,90 deberían desear ser jugadores de baloncesto. Y todas las personas que midiesen menos de 1,50 deberían desear ser bomberos toreros. Todos los que fuesen flexibles deberían desear practicar yoga, y todos los ciegos habrían nacido para vender cupones de la ONCE. Un albino cuya mayor ilusión fuese parsar las vacaciones bronceándose en una playa de Mallorca, habría nacido en un cuerpo equivocado, porque a los albinos lo que por naturaleza les debe gustar es estar a la sombra, o a oscuras.

El que yo tenga muy mal equilibrio, y tampoco sea muy agil no viene determinado por el hecho de que naciese con los pies planos, ya que mis padres se encargaron de corregir eso durante mi infancia. No voy a decir «no importa que corrijas los pies planos de un niño, será torpe el resto de su vida, porque el que nace con pies planos, tiene mente de pies planos».

Una persona es una persona. Yo soy yo desde el poco pelo que aún me queda hasta las uñas de los pies que a veces me olvido de recortar, y necesito mi cuerpo porque sin cuerpo dejo de ser yo. De hecho, dejo de vivir, y eso no me mola. Mi cuerpo no determina lo que debe o no debe gustarme, o cual debe ser mi caracter. No sé qué es lo que lo determina, pero la forma y el tamaño de ciertas partes de mi cuerpo, decididamente, no.

Entonces ¿por qué modifico mi cuerpo? Pues porque una cosa es que el cuerpo no sea determinante, y otra muy distinta, que me sientiera bien con él tal y como era hace unos meses, o tal y como es ahora. Además, también me resulta extremadamente molesta, dolorosa incluso, la forma en que la gente me trataba debido a las expectativas que tenían sobre mí a partir de como era mi cuerpo. Pero de afirmar que mi cuerpo me disgusta hasta límites insoportables a decir que es un cuerpo que no me corresponde, va un mundo.

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