Maldita la hora en que me compré un teléfono Vodafone.

Está claro el título ¿no? En septiembre de 2010 me hice un contrato de Vodafone, y desde entonces, mi factura de teléfono ha rondado los 50€, de los cuales yo habré gastado aproximadamente 10€.  Sí, han pasado 5 meses, así que me han metido 4 facturones como 4 soles (sólo un fue normal), de lo cual se puede deducir que soy un poco tonto. Lo normal sería que hubiese cortado el chorro mucho antes.

Todo empezó en la tienda donde hice el contrato. Se trataba de una tienda perteneciente a la cadena «Internity». Yo pedí una tarifa 90×1 que aparecía en el folleto, pero en el contrato el nombre de la tarifa que figuraba era otro: «a mi aire tarifa simple». Pregunté «¿y esto?», la dependienta me dijo que acababan de cambiar los nombres de las tarifas y ahora se llamaba «a mi arie». ¿Por qué me iba a engañar? Firmé el contrato. Ese fue mi primer error.

En aquel momento, Vodafone anunciaba una tarifa plana de datos gratuita durante dos meses. En la tienda me dijeron que como mínimo tenía que tener la tarifa de datos contratada durante un mes, sin informarme de costes ni de nada más. En el contrato, no se mencionaba ninguna tarifa de datos, con lo cual en realidad, yo no la contraté.

La cara que se me quedó al ver mi primera factura, fue para verla. Casi 60€, de los cuales 40€ venían contenidos bajo el misterioso concepto de «otros servicios». Tuve que llamar a información para enterarme de qué eran esos «otros servicios». No tuve que llamar ni una, ni dos veces, sino tres o cuatro. Al final me lo explicaron y yo aluciné al enterarme de que me estaban cobrando la tarifa de internet.

Una tarifa de internet que, por cierto, yo no estaba utilizando, porque no me habían activado la transmisión de datos. Yo, creyendo que el problema era del teléfono móvil lo envié al servicio técnico. Dos veces. Allí estuvo un mes. Claro que no fue algo ocioso, porque en realidad el teléfono daba otros problemas.

El resto del gasto estaba justificado porque hice las llamadas de forma incorrecta, creyendo que tenía una tarifa que me permitía hacer llamadas largas a 0,40 € a partir de las 6 de la tarde, cuando lo que en realidad tenía era una tarifa que era más ventajosa para hacer llamadas cortas a cualquier hora del día. Vamos, que lo estaba haciendo del revés.

Como para ese momento ya había pasado la mitad del otro mes, la segunda factura también fue de órdago. Intenté reclamar pero la compañía dijo que la culpa era de la tienda (¡aunque el contrato pone «Vodafone»!), y, para ser justos, me pareció que realmente quienes me habían timado eran las dependientas de la tienda. Reclamé en la tienda y se rieron de mí, literalmente. Monté un pollo que no sirvió para nada, excepto para desahogarme y puse una reclamación.

La reclamación no fue respondida. Reclamé a través de Consumo, y entonces sí que respondieron, diciendo que en el contrato ponía la tarif que yo había solicitado. Estábamos ya a finales de diciembre y yo tenía otros problemas, entre ellos una úlcera que se me pone peor con el estrés, y tras cosas que hacer, como estudiar. La siguiente factura había venido «normal», así que decidí que lo más sano para mí era resignarme, asumir que me habían engañado, y ya está.

A finales de diciembre cambié de tarifa a una que me venía mejor, que incluía conexión a internet. Mi intenció era cambiarme sólo del 15 de diciembre al 15 de enero, y luego volver a la vieja tarifa 90×1. Durante quince días me fue bien, pero el día 27 de diciembre se me volvió a estropear el teléfono, así que ya no podía conectarme a internet. Pedí que me cambiasen de nuevo la tarifa.

Cambiar la tarifa de internet me costó un poco de trabajo, pero al final lo conseguí, y no hubo problemas de factura. La factura llegó normal, «sólo» 23€, que era lo previsto.

Entretanto, nuevo cabreo. ¡Otra vez el teléfono en el servicio técnico! ¡Que me den uno nuevo o que me devuelvan el dinero! Según la ley, tengo derecho. Ellos me dicen que no, que las normas las ponen ellos. Me planteé seriamente coger e ir a juicio, pero al final me han devuelto el teléfono en buen estado, y al parecer resulta que el problema que tuvo es «de serie» en todos los Sony Ericsson Vivaz: si se quedan sin batería, pueden morir.

Y este més, de nuevo, 43€. De esos 43€, 8,70€ son de consumo que yo he hecho. El resto son misteriosos «otros consumos». Ahora he aprendido a mirar la factura sin tener que llamar al 123. Los «otros consumos» son unas cuotas mensuales que han aparecido ahí como por arte de magia, y de las que no tengo ninguna pista de dónde salen. Al parecer, la tarifa 90×1 tiene una cuota de 20€, y la tarifa de datos, que en teoría sólo te cobran si te conectas, y que es imposible dar de baja porque podría afectar al servicio de voz, cuesta 8 euros. Más IVA.

Llamo para reclamar, y en la primera llamada, el agente me pregunta mi nombre (para referirse a mí) y se lo digo. Me pregunta a nombre de quién está la linea, y se lo digo (mi nombre legal), me pregunta qué relación tengo con esta persona, y le digo que soy yo. El tipo me dice que debería haberle dicho en primer lugar mi nombre, y que no puede atenderme si soy una persona extraña que no es el dueño de la linea (cosa que no es cierta, ya que, para empezar, es imposible que por teléfono sepan si en verdad soy o no soy la persona que digo ser). Lecciones de moral. Le he insultado abiertamente y le he dicho que le de lecciones de moral a su puta madre, entre otras cosas.

Llamo para intentar poner una reclamación contra esa persona. Me dicen que mande un fax. Les digo que uno no. Voy a mandar dos. No te jode.

Llamo para intentar darme de baja. No es posible, tengo que llamar en días laborables, de tal hora a cual hora.

Total, que estoy hasta los huevos. Ya me he hartado de que me impongan sus vías de comunicación incómodas, sus cauces de reclamación, que siempre incluyen enviar un fax y cuya eficacia es más que dudosa (si de verdad tuviesen interés en hacer bien las cosas, no sería necesario), de que se escuden en las normas de la empresa, que yo no he firmado en ningún contrato, y que no me conceden derechos que sí conceden las leyes españolas. Por cierto, estoy hasta los huevos también de la ineficacia de las leyes españolas.

Así que mañana voy a liberar el móvil y a dar al banco la orden de que devuelvan el último recibo y no paguen ni uno más. Dicen que si me doy de baja antes de que pasen 18 meses tengo que pagar una penalización de 100€… Lo que no tengo claro es cómo van a hacerlo para cobrárselos. Estoy deseando que empiecen a mandarme cartas y a llamarme diciendo que si no pago, iré al infierno de cabeza.

3 comentarios

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3 Respuestas a “Maldita la hora en que me compré un teléfono Vodafone.

  1. Kim Pérez

    No luches solo.
    Recurre a una asociación de usuarios (después de enterarte de su grado de eficacia por alguna referencia)

    Kim

  2. Algo me dice que no eres un usuario satisfecho de Vodafone… 🙂
    Se aprovechan de que la gente normal no quiere problemas y nos torean.

    • Sospechas bien XD La última ha sido que me intenté dar de baja y no lo conseguí, y durante esta semana me ha llegado por fin la respuesta a mi reclamación, en la que dicen que ellos lo han hecho todo bien, y que lo que pasa es que yo no sé lo que estoy diciendo. Menos mal que por lo menos admiten que me han estado cobrando cosas que no aparecen en el contrato por ninguna parte, lo que ya me serviría como prueba de su mala fe en caso de que tuviesen la feliz idea de denunciarme porque he devuelto los últimos dos recibos, y no les pienso pagar el próximo a no ser que se aclare todo.

      Supongo que no lo harán y se conformarán con inscribirme (ilegalmente, claro) en el registro de impagos donde está registrada ya la mitad de la población española con edad de pagar facturas, y al que ningún banco hace ya caso. 😛

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